viernes, 29 de julio de 2011

Yo no te pido la luna



Para animar el verano barcelonés, nada mejor que el Fly me to the moon, un minifestival o miniciclo de actuaciones o como quieran llamarlo sus responsables, que son los del Primavera Sound. Gran acierto además elegir como emplazamiento el Poble Espanyol, que tiene unas dimensiones manejables y, muy importante, hace bajada, lo que facilita la visión desde cualquier parte del recinto. Esta circunstancia, que he visto en vídeos en el londinense Brixton Academy y con mis propios ojos en el hispalense Auditorio Rocío Jurado, pertenece al rango de cosas que no entiendo como no se toman en consideración más a menudo.

Miércoles: Bajo el rutilante alias de The Suicide of Western Culture se parapeta un dúo local tendente a la experimentación que ni me interesa ni conozco, así que llegué justo en el momento en que arrancaba el set de Animal Collective. Los neoyorquinos no me han gustado nunca, ni en vivo ni en disco, pero como todos los conciertos que les había visto eran festivaleros, me quedaba la espina de si en un ámbito más próximo lograría comulgar con su propuesta. Además aunque no soy de conceder oportunidades a tutiplén, el hecho de que gente de la que me fío de su criterio los tenga en gran consideración me hacía preguntarme si sería posible que YO estuviese equivocado.

Evidentemente, la respuesta es no. El pop psicodélico deconstruido de Animal Collective es cansino, rarista y menos original de lo que ellos se creen, porque la historia del rock está llena de iluminados que creían haber descubierto la sopa de ajo por la vía del marcianismo. Como dijo Nietszche, "hay espíritus que enturbian su aguas para hacerlas parecer profundas".

Jueves: El pasado enero ya se me escapó Joanna Newson, que actuaba en el Palau de la Música. Las crónicas de entonces hablaban de un recital grandioso y del talento de la multiinstrumentista de voz angelical, así que la curiosidad apretaba fuerte. Lástima que un montón de cretinos -como era de esperar- se dedicara a a hacer tiempo para Beach House parloteando sobre sus andanzas estivales en filas bastante avanzadas teniendo en cuenta que tenían casi tioda la plaza del Poble Espanyol para ellos. Mención especial para las imbéciles que se sientan en el suelo a la mínima en este tipo de acontecimientos.

La Newson ofreció un muestrario de su habilidades cantando mientras rasgueba el arpa primero y tocaba después el piano, acompañada por violín, guitarra, batería y hasta flauta en ocasiones. Si el cielo existe, debe de tener a esta moza -monísima, pese a su vestido tipo mantel de pizzería- encargada de la banda sonora. Su delicado indie folk está tocado por la varita de la belleza, que no cae en la languidez gracias a los sabiduría musical de la muchacha, con más recursos de los que yo le imaginaba.

La belleza se trocó en magia cuando Beach House (véase foto) tomaron el escenario con aproximadamente media entrada en el recinto. Su álbum 'Teen dream' es de lo mejor editado el año pasado y lo interpretaron casi íntegro junto a un par de novedades aún inéditas y algún rescate de sus dos primeros álbumes, apenas escuchados por quien esto escribe. Un prodigioso juego de luces y una sonorización apabullante elevaron a los asistentes y engrandecieron las emociones. Ella, con su teclado y su voz doliente; él, arrancando arpegios a su guitarra reverberante. El dúo -y el batería que los acompaña- tocó la gloria entregado a un fino ejercicio de orfebrería pop.

Paradojicamente, la fuerza del sonido jugó en su contra en su baza más segura, 'Zebra', en la que el micro de la vocalista casi revienta el potenciómetro. Pese a ello, su pase siguió una línea excelsa y se postula desde ya a bolo del año para este blog. Una maravilla.

Vídeo del día: 'Peach plum pear', JOANNNA NEWSON

lunes, 25 de julio de 2011

Revisiones innecesarias

Se me escapa el sentido de tanto remake como se hace ahora, aparte de la galopante falta de ideas que atenaza a la industria cinematográfica. Muchas voces señalan que de lo que se trata es de atraer a las salas a toda la muchachada que, por razones de edad, no conoce los films originales que luego se refritan. Bien, ¿y si reestrenan esas películas relativamente antiguas? Suerte que a nadie le da por reescribir el 'Quijote' o 'Macbeth' para salvar el sector del libro.



'Furia de titanes': El original, de 1981, tenía el encanto de la historia mitológica de Perseo, hijo de Zeus, y los efectos especiales casi artesanales del gran Ray Harryhausen. Años después, esos efectos se ven de un cutre salchichero que espanta, pero eso no es disculpa para hacer una nueva versión tan plana y aburrida. Para más inri, leo que los primos que la vieron en el cine tuvieron que enfrentarse al timo del 3D en forma de pantalla oscura. No pierdan el tiempo.


'Green zone': Las buenas intenciones no logran la cuadratura del círculo; esto es, que de la historia real sobre las falsas armas de destrucción masiva en Irak no puede salir una película de acción con ritmo y un héroe con la cara de Matt Damon. Paul Greengrass, el hombre detrás de los films de Bourne, tendría que haber elegido entre un film político o uno cañero, porque lo que le ha salido, aunque más o menos entretenido, resulta muy poco creíble.



'Balada triste de trompeta': Los primeros 40 minutos son lo mejor que he visto en materia de films españoles en años. Un prodigio de cine en mayúsculas con pulso firme, un espectáculo fascinante y un elenco en estado de gracia... hasta que la trama empieza a hacérseme cansina y repetitiva y todo me va pareciendo más de lo mismo. Hasta el desenlace en el Valle de los Caídos me parece un autoplagio -véase 'La comunidad' y 'El día de la bestia- y pierdo del todo el interés. Lo que no baja un ápice en todo el metraje es la intensidad de Antonio de la Torre, que ofrece una exhibición en toda regla.



'Kiss kiss bang bang': Iba yo durante años detrás de esta película, que se me pasó en su día, con bastantes ganas a tenor de lo leído sobre ella. Decepción total y absoluta. De hecho, la quité antes de acabar, cosa que (casi) nunca hago. Falso cine negro ambientado en Hollywood con toques de comedia y mucho guiño autorreferencial, como esos parlamentos a la cámara que quieren justificar lo injustificable. Lástima, porque la pareja Robert Downey jr. - Val Kilmer daba para una buddy movie en condiciones.


'Teniente corrupto': Otro remake que nadie había pedido. El original (1992), de Abel Ferrara, es una obra maestra sobre la bajada a los infiernos de un policía corrupto -inmortal Harvey Keitel- y su ansia de redención en una Nueva York cutre y hostil. Ahora, Werner Herzog ofrece algunos detalles lisérgicos -iguanas a tutiplén, un alma de bailoteo al abandonar un cuerpo- como para hacerse el raro y que la permanente mueca de estupidez de Nicolas Cage y su pelo implantado paseando por Nueva Orleans tengan sentido. Para retener, lo impresionante que está Eva Mendes, mare de déu.

Vídeo del día: 'Tenderly', AMY WINEHOUSE

lunes, 18 de julio de 2011

Que no me los engañen



Tenía buena pinta 'Falling skies' según los tráilers -sí, ya, como todo-, pero aquí su oráculo de confianza, visto el cuarto episodio, ha decidido que por favor paren el tren, que se apea. Por una parte me aburro, pero lo peor no es eso, sino el irritante tono moralista familiar que desprende la serie. Tampoco sé de qué me extraño, teniendo en cuenta que viene avalada por la producción de Steven Spielberg, cuyas dos mejores películas -'Tiburón' y 'La lista de Schindler'-son las que más limpias de niños están. Pero me fastidia y mucho.

Para los despistados, aclaro que 'Falling skies' es otra vuelta de tuerca al tema de la invasión alienígena. La acción empieza cuando ya hemos sido invadidos y los protagonistas forma parte de una resistencia organizada al estilo de la Revolución Americana. De hecho, el batallón, o escuadrón, o milicia, o lo que sea, es el 2º de Massachussetts. Nuestro protagonista es un profesor de Historia reconvertido en bravo soldado que combate junto a su hijo adolescente mientras el pequeño queda en retaguardia y el menor está secuestrado por los extraterrestres, que usan a los críos para vete a saber qué.

La madre murió en el ataque inicial, lo han adivinado. El héroe es lo mejor de la función; encarnado por Noah Wyle, el de 'Urgencias', que da el tipo convenientemente. Claro que no es culpa suyo que parezca muy joven para tener un hijo de 16 años, sobre todo si el vástago aparenta 21. Y el resto de personajes son tan arquetípicos que dan grima: el asiático guerrero, el negro de buen corazón, la hispana ultrarreligiosa, el jefe frío e insensible...

La maldita obsesión por los niños de la factoría Spielberg acaba por hundir la función. El look de 'Falling skies' no anda muy alejado del de 'La guerra de los mundos', pero lógicamente, el presupuesto para efectos especiales no es el mismo. No sería un asunto tan importante si el guión tuviera chicha, pero va a ser que no.

En definitiva, la serie promete una cosa pero ofrece otra muy por debajo de las expectativas. Ya lo saben, que no me los engañen.

Vídeo del día: The man who sold the world, DAVID BOWIE

viernes, 15 de julio de 2011

Hay otros mundos



Desaparecido el Summercase y convertido el FIB en una despedida de soltero para ingleses rijosos, mi horizonte festivalero se reduce en los últimos años al Primavera Sound. No me importaría ir algún año a Vitoria al Azkena, pero no hay ningún certamen ahora mismo en suelo patrio que me seduzca aparte de lo citado. Desde luego, nunca me había llamado la atención el Cruilla, que siempre me había parecido una convención perroflauta sin criterio musical ninguno. Un prejuicio como cualquier otro que, ya lo avanzo, me he quitado de encima dado que, con la excepción del inofensivo Jack Johnson, la mayor parte del cartel no hubiera desentonado en el Primavera.

Este año me encontré entre la espada y la pared. Ya se me escaparon Madness hace dos años -mira que ir al Sónar....; ellos, no yo- así que este año no había excusa: al Cruilla. Además, el mismo día contaba con las actuaciones de dos grupos bien diferentes que me interesan, Calle 13 y Deus. Me planto en el Fórum a las 9, hora prevista de inicio de los flamencos (de Flandes, se entiende), y un cartelito avisa de que por problemas logísticos su concierto tendrá lugar a las 2.30 de la madrugada. ¡Arrea!

Triste y desamparado, procedí a invertir en bebercio y pasar el rato lo mejor posible. Por ejemplo, no entraba en mis planes ver a Retribution Gospel Choir y no estuvieron mal del todo. Por poner peros, me parece de mal gusto tocar con el torso desnudo -y hay una ordenanza que lo prohíbe, ja- y en algunos momentos el trío se puso muy setentero en la acepción más plomiza de la palabra.

Sobre Calle 13, lamentablemente, no puedo opinar mucho. Aquello sonaba a rayos y, lo peor en un grupo que rapea, las voces eran ininteligibles. Enérgicos, dinámicos, pero indescifrables. Cuando me iba, ya fuera de la pérgola que asfixiaba el sonido, sonó ese pedazo de canción que es 'No hay nadie como tú' y aún se pudo escuchar más o menos algo. Lástima.

A cambio, la placidez de Nacho Umbert en un recoleto escenario, casi vacío pero a la vez acogedor, tuvo algo de balsámica. Mi tercera vez esta temporada, por cierto, pero lo acertado de que sus actuaciones sean breves, sobre todo en los festivales, juega su favor. Delicadeza, sensibilidad y excepcionales composiciones, con el ex Paperhouse a la guitarra acompañado por bajo, chelo y batería.

'¡Hey you, don't watch that, watch this! This is the heavy heavy monster sound'. Así empieza la más reconocible canción de Madness y así arrancó el concierto. Lástima que el sonido aún no fuera el mejor y que el saxo casi ni se oyera, pero en cualquier caso, pecata minuta dado lo que vino después. Con ese arsenal de canciones que tienen la hora y media de actuación pasó en un suspiro, y sólo tres temas menores en la parte central del bolo rebajaron la excelencia.

Así, me dio tiempo a pensar en que 'Our house' -grabada de la radio, ojo- sonaba en el walkman la primera vez que lo llevé al colegio o que uno de los singles que compré en mi adolescencia fue 'Wings of a dove'. Cayeron ambas y otros hits como 'House of fun', 'Baggy trousers' o 'It must be love' en versiones 100% fieles al original, con la banda ataviada con sus trajes y gafas de sol de toda la vida, como si aún estuviéramos en los años de la Thatcher. A mi corazoncito le sobrevino algo de desazón comprobar que no interpretaran 'Yesterday's men', 'Michael Caine' o 'Tomorrow's just another day', pero no se puede tener todo.

Vídeo del día: 'The prince', MADNESS

lunes, 11 de julio de 2011

Soul man




Hace 20 años, por decir algo, que una leyenda del pop, rock, soul, blues o similares visitara Barcelona era todo un notición del que uno se enteraba quisiera o no gracias a los pirulís diseminados por la ciudad. Daba igual que a ti el reggae te trajera al fresco, que si un venerable rastafari y su troupe pasaban por aquí, a poco que salieras a la calle te enterabas. Y yendo más allá, que en la misma semana coincidieran dos actuaciones de renombre era algo casi propio de la ciencia ficción. Tener que elegir por cuestiones presupuestarias era un problema que los melómanos no teníamos, y si alguien nos hubiera aventurado esta posibilidad, nos habríamos reído a gusto.

Todo esto me pasó por la cabeza hace unos días en Apolo durante la actuación de Booker T., un mito -de los de verdad, que se abusa mucho de esta palabra- del soul. Por si ustedes no caen, es el señor que, como Booker T. and the M.G.'s, lideró la banda que conformó el sonido Stax, el que se escucha en cientos de canciones de Otis Redding, Wilson Pickett o Sam & Dave. Y también el grupo que editó uno de los singles instrumentales más exitosos de todos los tiempos, 'Green onions'.

El veterano organista (66 años) se presentó en Apolo un viernes por la noche ante unas 120 personas en el momento de salir a escena; de ahí las elucubraciones anteriores. Pero los profesionales del show business siempre cumplen y no se arredran. Arropado por guitarra, bajo y batería, el señor Booker T. Jones ofreció una actuación irregular en cuanto a inspiración pero solvente en materia de oficio. Cantó algunas canciones, sonaron varios instrumentales y apareció sólo para dos temas -'Chain of fools' de Aretha y otra- una vocalista invitada. Como no sea pariente, no sé si le sale muy a cuenta llevarla de gira, pensé.

Hubo un momento en que me planteé si valía la pena seguir allí. Fue cuando el batería inició un solo, algo que debería estar penado por la Convención de Ginebra. Me distraje observando al respetable y calculando la proporción de turistas puretas con sandalias y calcetines. Luego, el guitarrista se quedó solo y atacó 'Little wing' de Hendrix, que empezó en modo exhibicionista-pesado y acabó mucho más acertado, con Booker al órgano en acertada comunión.

El resto de la actuación -unos 80 minutos en total- ya fue cuesta abajo picoteando en la inspirada discografía del teclista. Y fue un lujo degustar el bis con la barbilla apoyada en las tablas del escenario. Noche salvada.

Vídeo del día: 'Progress', BOOKER T.