miércoles, 23 de mayo de 2012

Mejor así


El martes pasado  las 6.30 de la mañana se emitió en España (Fox) el último episodio de 'House', que se ofreció en VOSE simultáneamente a su pase en EEUU y que servidor vio unas horas después porque no está tan chalado. Tras ocho temporadas, mis sensaciones se contraponen: por un lado, había que acabar con un producto que no daba más de sí y se ha hecho con tiempo, preparando un grand finale a lo largo de la última remesa de episodios con algún giro sorprendente -pero no patillero- que auguraba un capítulo final memorable.

Tristemente, la palabra que me viene a lamente tras el visionado es escapismo. Entre acabar a corte limpio, tipo 'Los Soprano' o dejarlo todo atado y bien atado, tipo 'A dos metros bajo tierra', David Shore ha optado por una opción intermedia, evasiva y poco imaginativa, muy a lo 'Perdidos'. No lo voy a destripar, pero según avanza la última entrega de la serie, el desenlace barato se va haciendo cada vez más previsible. En un alarde de escasa imaginación, además, algunos antiguos personajes regresan para poner ese toque nostálgico que aquí busca más la lágrima fácil que el guiño cómplice.

Lo mejor ha sido una alusión a 'El club de los poetas muertos' (¿lo pillan?) y escuchar por última vez la voz original de un prodigioso actor que ha mantenido en pie una serie de médicos protagonizada por un moderno Holmes gracias a su talento y  a algunos de los diálogos más afilados de la historia televisiva. 'House' se ha acabado -con la canción abajo indicada- y mejor que sea así.

Tema del día: 'Enjoy yourself', GUY LOMBARDO

lunes, 14 de mayo de 2012

Cinco jotas




Hace unos pocos años leí cosas muy buenas sobre 'Crematorio', una novela de peculiar estructura con el boom inmobiliario y la corrupción en la costa levantina como escenario. Pensé "esto tiene que estar bien" y no me volví a acordar hasta que ahora hace un año Canal Plus estrenó la serie basada en dicho libro. Sigo sin haber leído la novela pero, aunque con un año de tardanza, he visto por fin la adaptación televisiva y mi veredicto coincide con otras opiniones que leído por ahí: la mejor serie de televisión hecha nunca en España. Sí, ya, tampoco era tan difícil.

Si la edad de oro de la pequeña pantalla en EEUU coincide con el despegue de HBO y su búsqueda de un público exigente y de pago, muy bien podría ocurrir lo mismo en España con Canal Plus. Ojalá. Porque la primera experiencia en materia de series del canal de Prisa no es que no tenga nada que ver con 'El barco', 'Hospital central' o 'Águila roja'; es que no es la misma liga, ni siquiera es el mismo puto deporte, como diría Samuel L. Jackson.

Primero, una labor de guión diríase que hercúlea, que amalgama y reconstruye el material de la novela de Chirbes. Segundo, una inversión y un diseño de producción acordes a lo que tiene que ser un proyecto de calidad. Tercero, un acertado casting con grandes hallazgos y una soberbia dirección de actores que los ata en corto; nada de berridos ni aspavientos.

El resultado es una joya de la ficción televisiva, sólo que se trata de una ficción cuyo trasfondo no anda muy alejado de la realidad. Si alguien quiere entender qué ha pasado en la costa mediterránea en las tres últimas décadas e incluso cómo funcionaba el gilismo, 'Crematorio' resulta de lo más instructivo y ajustado a la realidad en muchas de su tramas. Se ha invertido dinero y talento y los policías parecen policías, los jueces, jueces, y las putas, putas.

Por encima de todos reina Pepe Sancho, que construye un Rubén Bertomeu inequívocamente español, con la grandeza de un Tony Soprano o un Al Swearengen, pero con el realismo y la veracidad de aquí. Bertomeu desprende verdad, y a su alrededor danzan lo mejor que pueden una quincena de personajes bien perfilados y convincentemente interpretados. En resumen, un auténtico cinco jotas.

Vídeo del día: 'Cruzando el paraíso', LOQUILLO

PD: Aunque les suene extraño, es el tema que suena en los créditos de entrada de la serie.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Adiós, MCA


El hiphop siempre me ha parecido un mundo extraño, salvo cuando se aproxima a otros géneros o cuando se quita importancia a sí mismo, lejos del rollo gangsteril o perroflautista. Por eso me gustaban los Beastie Boys, a los que no me arrepentiré nunca de no haber ido a ver en directo, porque eran impredecibles, innovadores y nunca aburrían. Y digo gustaban porque hace unos días murió Adam Yauch, más conocido como MCA (en el centro de la foto), a consecuencia de un cáncer linfático. Nadie lo ha dicho oficialmente, pero a nadie se le escapa que no habrá más Beastie Boys.

De los tres de Brooklyn, MCA era mi favorito. No sabría decir por qué, la verdad, pero me hacía gracia su poco dotada voz y su aura de punk metido a rapero. Además, era el que más me gustaba ver en vídeos como 'Sabotage' o 'Three Mcs and one DJ', posiblemente por su pinta de antiestrella de un género tan dado al lujo insultante. El trío estaba fichado el año pasado para el Primavera Sound, pero la enfermedad de Yauch abortó el asunto y nos dejó compuestos y sin novia. Descanse en paz.

Vídeo del día: 'Intergalactic', BEASTIE BOYS


viernes, 4 de mayo de 2012

Me sobren paraules


Entre una cosa y otra, hacía tiempo que no pisaba Razzmatazz. Había olvidado lo incómoda que resulta, las columnas que te obstaculizan, lo complicado de que te atiendan en las barras, en fin, menudencias. Bien, todo eso y más cosas volvieron a mi mente con motivo del concierto de Antònia Font auspiciado por eso llamado TRESC y que viene a ser como los bancos que regalan sartenes: competencia desleal para el que tiene una tienda de sartenes. A lo que iba, entrada gratuita con invitación, lo que se traduce en, lógicamente, un alud de fans con escaso poder adquisitivo -conocidos también como postadolescentes- y un reguero de gente a la que lo que ocurra en el escenario se la trae al pairo; total, es gratis, se puede beber y es viernes.

Tras estas pinceladas de sociología barata, paso a informarles de que el directo de Antònia Font no ha ganado demasiados enteros en los últimos meses. En la dualidad combo festivo - banda de matices, a los mallorquines les puede el empuje de su público y tiran por la primera opción a cañón. Respecto al bolo de hace un año en el Casino de L'Aliança, nada de espacio para la degustación de sonidos, digamos, deconstruidos. Todo más directo y urgente, que el público manda.

Ya no tocan de cabo a rabo 'Lamparetes' sino que intercalan sus temas con píldoras del resto de su discografía, con lo que quien más quien menos ve su expectativas colmadas. El problema estuvo en un sonido empastado y no especialmente alto que facilitaba escuchar las conversaciones de los espectadores próximos poco interesados en la actuación y que acababa conduciéndote a hacer lo mismo. Yo confieso.

¿Entonces? Ni bien ni mal, situación similar aunque con diferentes coordenadas a la vivida al día siguiente en La 2 de Apolo con motivo del concierto de Niños Mutantes. El cuarteto siempre se ha mostrado solvente sobre las tablas, pero el problema estriba en que las composiciones que ahora mismo defiende en directo -vamos, su último disco- adolecen de falta de brillantez. 'Náufragos' no contiene ninguna canción que apetezca volver a escuchar, no hay un estribillo, un riff o una estrofa a los que agarrarse. La fórmula resultona de antaño -'Todo es el momento', de 2008, sigue sonando bien, por no hablar de los EPs anteriores- se ha petrificado y, al igual que otros compañeros de generación, ahora me aportan más bien poco. Recuerdo especialmente un par de momentos Coldplay con eooooosss y ooohhhhhhssss (ver vídeo del día) que me torcieron especialmente el gesto.

Y luego está el elevar la anécdota -en este caso el 'Como yo te amo'- a la categoría de cierre apoteósico sobreactuando para el respetable. Hombre, yo también la he berreado la mar de a gusto en ocasiones, pero jugarse la última baza de este modo después de una velada poco satisfactoria me dejó como con mal cuerpo. Rarito que es uno.

Vídeo del día: 'Hundir la flota', NIÑOS MUTANTES


jueves, 3 de mayo de 2012

Con lo bien que iba todo...


Cuando una actuación que preveías correcta y poco más arranca de matrícula de honor y se mantiene así por más de media hora, no te puedes creer tu buena suerte. Lo malo surge cuando llegan algunos bajones puntuales y el balance se te queda en notable alto. Lo que en otras circunstancias hubiera dado pie a esa cara de bobo que te deja la felicidad no pasa en cambio de media sonrisa lamentando lo que pudo haber sido y no fue. No sé si me explico.

Todo ello viene a colación tras el concierto de The Waterboys en el Coliseum hace unos días. Ya se hacía la cosa un poco extraña con la elección de un teatro -a veces cine- como local, la fecha (domingo) y la hora (las 20.00), pero son cosas de ese ente extraño llamado Festival de Guitarra, un absurdo cajón de sastre cuyo paraguas igual cobija a Mikel Erentxun y a Elliot Murphy, a Els Amics de les Arts y a Vieux Farka Touré, o a una banda de tributo a los Eagles (!) y a La Bien Querida.

La velada se anunciaba como 'An appointment with The Waterboys', jugando con el título del nuevo y aprovechable álbum del combo, 'An appointment with Mr. Yeats', que a su vez se inspira en textos del poeta irlandés W. B. Yeats. Sí, muy bien traído todo. De hecho, no se notó que por España giró una versión abreviada del combo, un quinteto, cuando en el Reino Unido no se suben menos de siete al escenario.

Tampoco hizo demasiada falta. Con un Mike Scott al frente en muy buena forma -tanto en voz como a las seis cuerdas- sus acompañantes le arroparon con prestancia incluido un, para mi gusto, estomagante abuso del violín. Lo mejor de The Waterboys -'A pagan place' (1984), 'This is the sea' (1985)- aunaba el dylanismo de 'Blonde on blonde' con una desbordante energía de aires célticos. Pero, ay, cuando el equilibrio deja paso al folklorismo digno de 'Gente joven' -ese maldito violín- o a un pseudonúmero teatral con máscaras que te inspira más vergüenza ajena que otra cosa no puedes dejar de pensar "con lo bien que iba todo...".

Y eso que el repertorio tuvo un planteamiento casi perfecto alternando el nuevo álbum con joyas añejas como 'Don't bang the drum' o 'The pan within' que, la verdad, servidor hubiera disfrutado más en otro tipo de recinto. En esa recta final cayó además mi favorita, 'Be my enemy', un trueno de canción que me enloquece desde hace más de 25 años.

Y como perfecto resumen de una noche que estuvo muy bien cuando podía haber sido legendaria, la tanda de bises enfervorizó al público menos exigente y nos dejó a algunos con cara de tonto. Echar a perder media 'The whole of the moon' con un arranque en clave reggae es un truco barato indigno de Scott, al igual que jugar a los bailes tipo yenka con el cierre de 'The fisherman's blues'. Triunfaron The Waterboys, inapelablemente sí, pero...

Vídeo del día: 'A girl called Johnny'