martes, 29 de diciembre de 2009

Peldaño a peldaño



Para despedir el año conciertil, qué mejor escenario que el Palau de la Música y qué mejor compañía que Á., que me invitó a ver a Fangoria. Sí, a priori, el grupo y el emplazamiento no pegan demasiado, pero, al menos, el Palau tiene un toque kitsch y recargado en su modernismo que no tiene el Auditori, donde vi a la señora de Vaquerizo y compañía hará un par de años con muy discreto balance.

El mismo, para qué nos vamos a engañar, que el pasado lunes. 'Absolutamente', su álbum de 2009, es un peldaño más en la cuesta abajo emprendida desde 'Arquitectura efímera' (2004). Me alegro por ellos, que me caen la mar de bien, que actualmente disfruten del éxito comercial que merecen tras la travesía del desierto de los 90 haciendo lo que les daba la gana en vez de salir a cantar 'Ni tú ni nadie'. Ahora bien, qué se le va a hacer, los Fangoria de 2009 me aburren soberanamente.

Sus temas recientes ciclostilan tres o cuatro modelos de canción con idénticas estructuras y escasa imaginación melódica. Las letras, por otra parte, se han tornado cada vez más tópicas y repetitivas aludiendo a desamores, desprecios, frías venganzas e ironías varias, siempre en el mismo tono. Vamos, que ahora mismo están muy lejos de componer otro 'Electricistas'.

Sobre el escenario, Alaska, Nacho Canut y sus teclados, Rafa Spunky a los coros y una guitarrista luciendo macizez. Todos de negro riguroso y una pantalla tras ellos con ocasionales proyecciones y efecto desigual: Muy conseguido el arranque con el número de burlesque (ver foto), pero la obsesión por el blanco y negro en el colorista entorno del Palau chirriaba bastante.

Cayó buena parte de 'Absolutamente' y recurrieron a hits que la parroquia gay agradeció con ganas como 'Miro la vida pasar', 'Retorciendo palabras' o 'Criticar por criticar'. A pesar de cierta linealidad, el bolo pasó ligero y buena parte del mérito obedece a que han eliminado algún medio tiempo que lastraba el ritmo del show en anteriores giras.

El cierre del concierto fue, con diferencia, lo mejor: Homenaje a Carlos Berlanga con 'El volcán' -en el que quedaron patentes las diferencias de nivel compositivo- y su hit-pelotazo-éxito-temazo más indiscutible: 'No sé qué me das'. Luego, aunque los rumores hablaban de que caería alguna pieza de los años de Dinarama y la gente se desgañitó pidiendo más, el final.

Dejo para lo último lo peor con diferencia del espectáculo: dos bailarines que escoltan a la diva en algunas canciones y que provocan vergüenza ajena a paletadas. Ni los más torpes del concurso de Paula Vázquez en Cuatro tienen tan escasa gracia, para que se hagan una idea. Al menos, los travestis de otros años aportaban descaro, pero este dúo... Posiblemente, los peores danzarines que hayan pisado nunca las tablas del Palau.

Vídeo del día: 'Absolutamente', FANGORIA & SARA MONTIEL

martes, 22 de diciembre de 2009

Ya me puedo morir



Se acaba 2009 con la hexasatisfacción de haberlo pasado en grande. Claro que, al igual que la Fuerza de los Caballeros Jedi, la gloriosa actuación blaugrana de este año oculta un reverso tenebroso que podría condensarse en la pregunta "¿Y ahora qué?". Porque esto viene a ser lo de Luis Miguel Dominguín: te cepillas a Ava Gardner, te vas corriendo a contarlo y luego... ¿cómo superar eso?

Vamos, es que ni siquiera igualarlo. Lo de 'Copa, Lliga i Champions' del 'Crackòvia' parece ahora un juego de niños, aunque hay que admitir que ganar las supercopas de España y Europa era lo normal. Lo lógico era zumbarse al Athletic y al Shaktar, seamos serios, y lo que entrañaba riesgos era lo del país de Alí Babá, con el árbitro mexicano a la cabeza de los 40 ladrones.

Pues nada, seis títulos seis como equipo y además la pedrea del Balón de Oro y del FIFA World Player. Sobre este último galardón, que votan entrenadores y capitanes de las cerca de 200 selecciones, hay algunos sufragios que son para mear y no echar gota, con perdón de la expresión. Ejemplo: Doménech, el míster francés, votó por, atención, Drogba, Buffon y Rooney, por este orden. Ni la Santísima Trinidad blaugrana ni el top model portugués. ¿Este tío está ciego? Pues sí, a juzgar por la trayectoria de los bleus.

¿Y los españoles? Aclarado que no se puede votar a compatriotas, Del Bosque optó por Messi, Ronaldo y Drogba. Pero el amigo Casillas no se cortó y votó a Ronaldo y Kaká, y luego, Messi. Hombre... Los que siguen siendo del Barça son Eto'o, Van Bronckhorst o Hleb, que han votado a los tres culés. Bueno, el bielorruso no, que tiene miga, porque sigue sin enterarse de nada; el primer puesto de su lista fue anulado porque algo hizo mal.

En fin, creo que hasta el Mundial de Suráfrica voy a dedicar 2010 a ver la NBA, que la tengo algo abandonada. Porque en cuestión de fútbol, salvo ganar el Mundial, ya me puedo morir.

Vídeo del día: 'Los chicos quieren diversión', LA GRANJA

martes, 15 de diciembre de 2009

Menú degustación




Un año más, pasó el Primavera Club, el hermano invernal -bueno, otoñal- del Primavera Sound, gran oportunidad para degustar propuestas poco conocidas y paladear sensaciones anheladas. La novedad de este año -hablo de Barcelona, no de Madrid- era que desaparecían las sesiones de tarde en el Auditorio del Fórum, sustituidas por una pléyade de actuaciones en distintas salas de la ciudad (Bikini, Jamboree, Monasterio, Sidecar), además de la clásica sede central situada en las dos plantas de Apolo.


Arranqué el jueves, solo, en Bikini para un doble cartel bastante atractivo: The Pastels (en la foto) y The Black Heart Procession (bonito nombre, pardiez). Los primeros, una leyenda del pop escocés de los últimos 80, se mostraron tímidos y apocados, aunque más solventes instrumentalmente de lo imaginado, para despachar una horita de canciones en una onda de la que han bebido gente como La Buena Vida, Teenage Fanclub o, más recientemente, The Pains of Being Pure at Heart.


Lo cándido de los Pastels no tuvo nada que ver con el rock pantanoso, maldito y telúrico de The Black Heart Procession. Iba a irme al poco, pero me atraparon esos aires del lado oscuro de la tradición americana y me quedé hasta el final trasegando cerveza. Salí impactado.


Llenazo en Apolo el viernes para ver a Devendra Banhart, cantante hippie de irregular trayectoria cuyo punto álgido ha sido salir con Natalie Portman. Famoso por sus marcianadas, ofreció un bolo digno de un chiringuito mediterráneo al atardecer, todo suavidad y sin estridencias. Vamos, como Chambao. Mas en un momento dado le entró el virus del r'n'r y empezó a imitar a Led Zeppelin. Servidor y X. emigraron a La 2 y se deleitaron con el intemporal pop de guitarras de The Ladybug Transistor, herederos de los Go Betweens y artífices de deliciosas píldoras de tres minutos.


De vuelta a la sala grande, ya más vacía, el dibujante de comics y estrella del antifolk JeffreyLewis nos deleitó con canciones que iban con gracia del punk al foc de camp -sí, es difícil- con el añadido en algunos casos de proyecciones en una pantalla de dibujos alusivos a la canción en cuestión. Divertido y desengrasante.


Sr. Chinarro actuó el sábado con un repertorio exclusivamente tomado de sus discos noventeros, por lo que recuperó viejas joyas como 'Sal de la tarta', 'Quiromántico' o 'Cero en gimnasia'. Reemplazó a su guitarrista por un chelo, lo que dotó al conjunto de más lirismo en su sonido en general, aunque algunas ocasiones concretas pedían una guitarra ahí bien puesta y no los acordes del curso CCC que desgrana Antonio Luque. Estuvo simpático, por cierto, y luce una barbaza que le queda regular.


Cada año hay un grupo de punk pop no ya amateur sino directamente de instituto que no sé cómo se cuela en la programación del PC. El año pasado fue una broma llamada Mika Miko y en esta ocasión, un trío de mozalbetes que se hacen llamar So Cow. Al principio me parecieron flojos, pero al final, directamente malos. No obstante, La 2 andaba repleta a esas horas, por lo que barrunto que si subo yo a dar berridos en calzoncillos la gente se hubiera quedado igual.


Otra posibilidad es que aguardaran a que se fueran los críos para ver a, atención, A Place to Bury Strangers. Significa 'un sitio para enterrar a los extraños', ni más ni menos, y llegaban precedidos de una leyenda tremendista sobre tapones par aguantar el volumen ensordecedor y no sé qué monsergas. A la hora de la verdad, unos imitadores demasiado miméticos de los Jesus and Mary Chain del 85, que no hacen tanto ruido y que no suenan más originales que Triángulo de Amor Bizarro. Punto a favor: Un impactante juego de luces que ayudaba mucho a la consecución de atmósferas lóbregas.


Vídeo del día: 'Not just words', THE BLACK HEART PROCESSION


lunes, 14 de diciembre de 2009

Luces y sombras



Una de los subgéneros clásicos del cine de testosterona es el carcelario. Y pocas veces la industria española le había echado el ojo. Ahora, 'Celda 211' remedia este vacío con ritmo, una ambientación muy conseguida y algunas buenas interpretaciones, con especial mención para, lo han adivinado, Luis Tosar. El gallego clava su papel de Malamadre, un auténtico hijo de la gran puta, listo, peligroso y sin nada que perder.

Ahora bien, tanto la novela de Francisco Pérez Gandul como el guión de Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría se enfrentan a un problema insalvable llamado verosimilitud. Para empezar, los presos denominados FIES (Ficheros Internos de Especial Seguimiento), que son las mejores joyas que habitan las cárceles, están sometidos a un régimen de seguridad que hace poco probable que se desate un motín tal como ocurre en la película.

Si no han visto la peli, igual les conviene saltarse este párrafo. Tampoco es normal que una prisión de máxima seguridad con este tipo de internos esté situada de forma que se pueda manifestar la gente en la misma puerta del centro. Pero lo que desafía ya toda lógica racional es que los funcionarios de prisiones salgan a la calle ataviados con equipo antidisturbios a zumbar a los manifestantes.

Fin del espoiler. 'Celda 211' se enfrenta al problema de la verosimilitud porque es una película española. Las circunstancias antes descritas resultan poco (o nada) creíbles en un penal de este país; en cambio, de un film made in USA uno tiende a creérselo casi todo o a no darle excesiva importancia a los elementos que chirríen. Sí, sé que no es justo, pero las cosas son así. Esc omo las letras de las canciones en inglés, que sólo ves que son una basura si dominas la lengua de Auster, a diferencia de las de los artistas de aquí.

Por otra parte, Monzón dirige con firmeza escenas de tensión muy conseguidas -esos etarras- y logra un clima general de personajes patibularios rebosante de adrenalina. En el reparto sólo flojea Vicente Romero encarnando a Tachuela, el lugarteniente de Malamadre, que parece más salido de la taberna de 'Los Serrano' que de una prisión. Y un gran hallazgo el protagonista, Alberto Ammann.

En muchos sentidos, 'Celda 211' es una muy buena película. Y supongo que los peros que he planteado anteriormente le darán bastante igual a casi todo el mundo, pero, qué le vamos a a hacer, a mí me resulta imposible desmarcarme de ellos.

Vídeo del día: 'Romance de Juan de Osuna', LOS PLANETAS

lunes, 7 de diciembre de 2009

En la encrucijada



Franz Ferdinand son una de las escasas bandas de peso que ha dejado esta década. Debutaron en 2004 con un disco homónimo que exhibía una fórmula infalible: una aleación de riffs adictivos, estribillos urgentes y ritmos elásticos que redundaban en un rock musculoso y bailable consumible en forma de canciones caracterizadas por la inmediatez. Dos años después repitieron la jugada con un segundo álbum algo menos inspirado, como suele ser habitual.


Y llega el momento donde un artista se la juega: el tercer trabajo. En vez de fotocopiarse, los escoceses han optado con 'Tonight' por abrazar los teclados y dotar a sus canciones de un barniz discotequero más nocturno. ¿Funciona? De aquella manera... pero se agradece el afán por reinventarse y no caer en la misma fórmula vada vez más desbravada.


Todo esto viene a cuento porque el sábado, en Badalona, el cuarteto se mostró dubitativo ante la encrucijada. ¿Qué hacer? ¿Prolongar ad eternum los ritmos sincopados y las guitarras afiladas o bien lanzarse a la pista de baile? Pues no hay respuesta clara, ya que los Franz Ferdinand andan algo empanados y no se acaban de decidir.


Veamos la plasmación de lo ya dicho: Arranca el concierto y los temas, viejos y nuevos, suenan cortados por un mismo patrón sonoro: el de los FF digamos tradicionales, con ese postpunk ágil y veloz que brilla en canciones enormes como 'The dark of the matinée' o 'Michael'. Las nuevas, como 'Ulysses' o 'No you girls', lucieron de forma parecida, más próximas al bar que a la discoteca.


Lo malo es que el grupo ha pasado de ser un ciclón en directo a una stadium band con todas las de la ley. Es decir, sonido poderoso, virtuosismo instrumental y desvaríos para alargar innecesariamente los temas -vaya destrozo de 'This fire'-, como breaks de guitarra, karaoke popular y, al final, batucada con los cuatro músicos aporreando percusiones. Ello redundó en una actuación algo deslavazada, con clímax y anticlímax mal planteados, como ese 'Take me out' a medio menú.


Y llega el bis, y también la reflexión. A los de Glasgow les ha dado por los ritmos electrónicos, pero, a raíz de lo visto hasta el momento, parecen tener miedo a perder su público. Miedo que se quitan en las dos últimas canciones, para las que cambian de registro sin, por fin, temor al qué dirán. Versionan el 'All my friends' de LCD Soundsystem y cierran con 'Lucid dreams', de su último álbum, alargándola en clave rave dutrante casi 15 minutos. La audiencia, por cierto, quedó más perpleja que satisfecha.


Y dos asuntillos para cerrar. El primero, apuntar que la banda lleva tras de sí las peores proyecciones vistas nunca en un escenario. Tecnología Spectrum años 80, para entendernos. El segundo, relativo al jaleo que se montó con el acceso a la pista del Olímpic badalonense. Todas las entradas valían igual, y cada uno se ponía donde quería. En un momento dado, no dejaron bajar a más gente, porque el fregao está lleno. Siendo así, ¿cómo es que no sólo las gradas sino también los pasillos están abarrotados? ¿Cuántas entradas se venden? Un día de éstos, pasará algo.


Vídeo del día: 'The fallen', FRANZ FERDINAND


miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cateto a babor





¿Recuerdan ustedes la serie Roseanne? Fue un pelotazo en los últimos 80 y primeros 90, con una entrañable caterva de personajes arquetípicos de la América profunda, que en gran medida dieron pie al retrato de los Simpson. Ahora, los fans televisivos de los EEUU más catetos tenemos un nuevo modelo que admirar: 'Eastbound and down'.


La traducción española, 'De culo y cuesta abajo', me parece horrible, aunque entiendo que una traducción literal (Hacia el Este y p'abajo) no tendría mucho gancho. Bien, al lío: Un beisbolista de éxito, capullo y hortera como él solo, inicia la cuesta abajo de su carrera hasta que finalmente es despedido y acusado de doparse con esteroides. Acabado y casi arruinado, vuelve a su pueblo natal, en Carolina del Norte, se instala de okupa en casa de su hermano y su panoli esposa y se las ingenia para trabajar de profesor de gimnasia en el instituto local, donde da clase su antiguo amor de juventud, a punto ahora de casarse.


Con este planteamiento, la serie nos regala uno de los personajes más entrañables -por cutre- desde hace años: Kenny Powers, el ídolo caído que aún se cree una estrella y se comporta como tal. Este imbécil integral que insulta a todo el mundo resulta fascinante ya desde su aspecto gorilesco coronado por el mullet, el peor peinado de la historia.


Punto a favor: De momento, consta de una temporada de seis capítulos a 25 minutos la entrega. La segunda llegará a los hogares estadounidenses abonados a HBO ya en 2010. La primera se estrenó allí hace siete meses y ha llegado hace unos días a Canal Plus. Del actor protagonista, Danny McBride, no hay demasiadas referencias, salvo que salía como secundario en 'Tropic thunder'. Sí les sonará uno de los creadores de la serie, el gran Will Ferrell, que se ha reservado un escueto papelito.


Vídeo del día: 'Charlotte sometimes', THE CURE