lunes, 31 de octubre de 2011

Toxicosmos


- 'Spun': Un pasote en toda regla en clave de comedia negra dedicado al consumo y mercadeo de metanfetamina. Muchos nombres relevantes en el reparto -por ejemplo y sin orden ni relevancia Mena Suvari, Jason Schwartzman, Mickey Rourke o Debbie Harry- y la sensación de que no viene patrocinada precisamente por Proyecto Hombre. El montaje espídico y buena parte de los planos rinden pleitesía a los dos primeros films de Guy Ritchie. Cine videoclipero, ya que además dirige la cinta Jonas Akerlund, una de las vacas sagradas (Madonna, Primal Scream, los Stones o Lady Gaga son sus clientes) en esto de poner imágenes a canciones. Es de 2002, pero no había oído hablar de ella hasta hace unos días.

-'Human traffic': Otra sobre el asunto de ponerse a gusto pero desde la óptica de unos jovenzuelos ingleses  metidos en la cultura (ja!) de clubs a finales de los 90. Pretensiones generacionales y parlamentos a cámara lastran el desarrollo de lo que acontece a una pandila con la que tampoco hay por donde congeniar. Lo peor es que como comedia sentimental aún va más allá y roza el patetismo. No pierdan el tiempo.


- 'This is England': Seguimos en la Pérfida Albión, pero ahora en plena Guerra de las Malvinas. Bonita historia de iniciación infantil, sólo que no al mundo adulto estándar sino a la movida skinhead primero, y a la fascista del National Front a continuación. En contra de lo que pueda parecer a vista de pájaro, una película con mucha ternura y una de las mejores actuaciones vistas de un niño. Y si alguno de ustedes se maldice por vivir o haber crecido en un pueblo de mierda perdido de Dios, consuélese. Podría ser peor; podría ser Inglaterra.


- 'The town': Cambio de tercio total y absoluto. Cine de ladrones y polis subgénero irlandeses de Boston con historia romántica -y de las más increíbles- por el medio. Dirige Ben Affleck y logra hasta sacarse partido a sí mismo como actor. Además, tiene buena mano con el reparto: Jon Hamm ('Mad men'), Rebecca Hall (lo único salvable de Vicky Desastre Barcelona) o Jeremy Renner ('En tierra hostil') lo bordan. Perfecta para un viernes por la noche al calor de la lumbre.




- 'Primos': Una comedia española que no ofende la inteligencia del espectador no es cosa habitual. Daniel Sánchez Arévalo remonta el vuelo después de la irregular 'Gordos' con una cinta que desprende alegría de vivir. Problema: los inmensos Antonio de la Torre y Raúl Arévalo consiguen que su trama (secundaria) vuele muy por encima de la principal, la de Quim Gutiérrez. Y está ambientada en Comillas, que es un sitio que vale la pena conocer.


Vídeo del día: 'Todo por el aire', BRUNO LOMAS & SEGURIDAD SOCIAL

lunes, 24 de octubre de 2011

Más lobito que lobezno


Si estuviéramos en 1987, mi madre sabría quién es Patrick Wolf; le sonaría alguna de sus canciones porque el muchacho sonaría en las radiofórmulas y saldría en la tele. Hoy en día, en cambio, tal como están el dial y la industria discográfica -la tele ni te cuento-, a un concierto en Barcelona de un cantante con un inmenso potencial comercial acuden apenas 200 personas.

El muchacho, Patrick Apps de nombre real, debutó discográficamente en 2003 y lleva ya cinco álbumes en una onda tecno pop resultona y bastante gayer. Hace un par de semanas se presentó en Apolo y la cosa resultó entretenida, pero sin pasar a mayores. Algunas buenas canciones y otras que no deberían haber pasado el control de calidad se fueron sucediendo interpretadas por una banda, cuando menos, curiosa.

En la parte trasera del escenario, el batería, con una pinta más propia de Slayer o Megadeth, estaba flanqueado por un teclista y un bajista bastante anodinos y vestidos de un negro más soso que riguroso. Al frente, el amigo "me llamo Patricio Lobo" barría el escenario arrinconando a una violinista y una saxofonista con escasa presencia musical y también física. En resumen, la banda más carente de glamour que he visto en lustros respaldaba a una reinona desatada, qué cosas.

Pero para eso estaba el aspirante a artistazo, que no paraba quieto y que jugaba a ser Dave Gahan, luego Marc Almond, después Morrissey... Para demostrar su formación musical, y como si en un festival de fin de curso se tratara, en una misma canción tocó el violín, el teclado, la guitarra, cantó y bailó. Olé mi niño. Lo del baile, lamentablemente, cabe apuntarlo como digno de mejora. Wolf mide como 1,88" y se mueve con una falta de salero que me recordó a mí mismo. Y no por lo alto. A todo esto hay que añadir que es mejor bailarín que estilista, así que se pueden hacer una idea. No me voy a extender, pero llevaba el tipo -no lo olvidaré- unos pantalones new romantic que, además de horrendos y anacrónicos, le hacían un culo feísimo.

Con todo y ello, como dijo un poeta flamenco, pasé un rato distraído. El chico pasa de lo sublime a lo ridículo y vuelve en cuestión de segundos, con lo que no da tiempo a aburrirse. Además, es de los que cantan mirando a los ojos a su público -si, a mí también, y no, no creo que quisiera nada- y hasta baja del escenario para entonar entre el respetable. Desde luego, lo dio todo.

Su concierto no me quedará grabado en la memoria, pero si lo comparo con referentes locales me da la risa floja. Hablo de preparación y profesionalidad. Como curiosidad, nunca había visto actuar a un grupo de cierto caché sin monitores, sólo con auriculares para poder escucharse. Hay que haber ensayado mucho.

Vídeo del día: 'The magic position', PATRICK WOLF