lunes, 28 de febrero de 2011

Villarato





El mundo es injusto. Sé que no les descubro nada, pero me revienta que series como 'Dexter', 'True blood' o 'Damages' se hayan ido alargando sin que nadie pusiera freno a tanta espiral de despropósitos -de las tres me tuve que bajar en marcha-, mientras que una pequeña joya como 'Rubicon' fue cancelada al final de la primera temporada. Lo peor es que fue una sorpresiva decisión empresarial motivada por la audiencia, escasa para las previsiones del canal AMC, con lo que la historia dista mucho de ser autoconclusiva y te quedas un poco así.

Inciso: Claro que, pienso yo, en un canal de pago, por magros que sean los ratings -ojo, tampoco era el caso, que 'Rubicon' tenía sus fieles- se trabaja para huir de la dictadura de la audiencia. Y además están las ventas internacionales para cuadrar los números. Y tampoco era una serie cara, todo interiores y unos cuantos exteriores en el sudeste de Manhatan. En fin...

La serie es un thriller de espionaje a la antigua usanza, con poca acción y mucha tensión. Nuestro héroe es un analista que trabaja en una agencia de inteligencia apartada de la acción, un reducto de cerebritos con una mente privilegiada para la observación, el análisis y la formulación de hipótesis, nada de pegar tiros por ahí ni infiltrarse en terceros países. Pero claro, las cosas se complican con la muerte en extrañas circunstancias del superior inmediato de Will, el protagonista encarnado por James Badge Dale, uno de los marines de 'The Pacific'.

A partir de aquí, la trama se complica motivando cada vez más al espectador inquieto con reminiscencias de 'Los tres días del cóndor' o 'La conversación'; es decir, recuperando lo mejor del cine conspirativo de los 70. Los perezosos dirán que es lenta, que el protagonista es un triste o que no pasa nada en la mayoría de capítulos. Y es verdad... o puede que no, si se saben unir los puntos.

Punto extra a favor: un personaje, el jefe de Will, un sujeto oscuro e irremediablemente atractivo que atiende por Kale Ingram -interpretado de forma soberbia por Arliss Howard, el Cowboy de 'La chaqueta metálica', quién lo diría- y que rompe moldes en muchos aspectos. Lo peor de haber guillotinado el programa es perderle la pista a un personaje de los que marcan época. Ni bueno ni malo, diferente.

La sensación que me queda tras este coitus interruptus es similar a la de haber tenido una novia (¿novieta?) durante dos o tres meses, una chica realmente especial, no la más guapa pero sí de las más listas, con la que conectas en aspectos que nunca te hubieras imaginado, pero con la que, por desgracia, lo acabas dejando (mejor aún, te deja ella) porque las cosas, simplemente, han de ser así. Y lo aceptas y tratas poner cara de cínico que está de vuelta de todo. Pero te jode, y mucho.

Vídeo del día: 'Fuck you', CEE-LO GREEN

viernes, 25 de febrero de 2011

Soul del siglo XXI



Iba a titular con lo de "Ha nacido una estrella", pero hace unos meses ya salió con ello un artículo en una revista musical; un texto, que, por cierto, me descubrió a Janelle Monáe. Leí cosas interesantes, escuché dos canciones y compré su fascinante álbum de debut, 'The archandroid' (noveno mejor disco y 'Tightrope', sexta mejor canción de 2010 para este blog). Sabía que había cancelado el tramo español de su gira europea hace unos meses y no dudé en agenciarme entradas para su actuación en Apolo el pasado martes. Permítanme que me felicite: ¡Qué bien que hice!

Porque, por una vez en la vida, el hype viene cargado de motivos. La nueva diva arrolló en un Apolo hasta los topes -otro soldout- con un espectáculo, más que un concierto, dinámico, moderno, elegante y festivo. La muchacha (25 primaveras) cantó como los ángeles cuando se entregó al soul más ortodoxo y arrasó cuando, junto a su huracanada banda negra, tomó la senda del funk. Tómese un poco de James Brown, espolvoree una pizca de Prince, adérecese con esencia de Erykah Badu y a triunfar por todo lo alto.

Con un sonido más orgánico, primitivo y directo que el contenido en su álbum, la Monáe lo dio todo, nos puso en órbita -no a todos, hay mucho triste entre la modernidad barcelonesa- y hasta nos sentó en el suelo a una orden suya. Dosificó los hits, aprovechó las proyecciones integrándolas en el show y nos dejó con la boca abierta en apenas 70 minutos de actuación. ¿Para qué más?

Vídeo del día: 'Cold war', JANELLE MONAE

jueves, 24 de febrero de 2011

Adebayor de azul en una playstation



'Avatar': No sé si la palabra 'pretenciosa' es suficiente para describir la superproducción de James Cameron. Creo que me quedo corto cada vez que pienso en esta empanada filoecologista y new age que me despierta tantas emociones como el cocido madrileño Litoral. Técnicamente irreprochable, sí, pero... que hagan videojuegos si quieren impresionar a los niños. A mí, ver a Adebayor teñido de azul moverse en plan playstation y combatir al malo más ridículo de los últimos tiempos me parece una desnortada pérdida de tiempo. Claro que peor hubiera sido ir al cine y pagar no sé cuanto por verla en 3D...

'El soplón': Bienintencionada y fallida aproximación de Steven Soderbergh a una historia que podría haber dado más de sí. Un ejecutivo del sector agrícola empieza a pasar informacion al FBI sobre irregularidades de su empresa, se ve cómodo en su papel de chivato y pasa a inventarse mil y una trolas para seguir con esa vida de misterio y peligro. Una tragicomedia real que no encuentra el tono apropiado pese a que Matt Damon clava el papel.

'El gran Vázquez': Por muy simpática que me sea la historia del dibujante que creó a Anacleto, agente secreto o la familia Cebolleta, dudo mucho de que la cosa dé para un largometraje, la verdad. Película reivindicativa de un personaje y un oficio -Vázquez, ese entrañable liante y estafador- y curioso retrato de los años del desarrollismo que cuesta acabar de ver por mucho Santiago Segura que aparezca. O por eso. Ambientación muy conseguida, por cierto.

'Habitación en Roma': Qué lejos queda el Medem interesante, el de 'La ardilla roja' o 'Tierra'. Ahora mismo, más que desorientado, nuestro hombre trata de enmendar la posiblemente peor película seria de la historia del cine español -'Caótica Ana', en dura pugna con 'Kika- con un porno soft repleto de sexo lésbico. Porque no hay nada más, Elena Anaya y una rusa poniendo en apuros al espectador. Cine pare ver con una sola mano.

'Amelia': Ojo, no es 'Amélie', aunque, a su manera, también es cursi. Previsible biopic sobre Amelia Earhart, pionera de la aviación y primera persona que cruzó el Pacífico. Se lo pueden imaginar. Carácter indomable, dificultades, lucha y triunfo. Hasta el melifluo final, que siento reventarles, pero es que, como todo el mundo sabe, la buena señora y su aparato desaparecieron en el océano en 1937. No se enfaden, que les he ahorrado dos horas de tedio.

Vídeo del día: 'Lotus flower', RADIOHEAD

jueves, 17 de febrero de 2011

Escenario Erasmus




No hemos empezado bien el año en el tema concertil. El primer bolo importante en el apartado internacional se saldó con pinchazo y silencio, como se dice en los toros. Y eso que las expectativas en torno a Band of Horses estaban altas, con las entradas agotadas en Apolo con semanas de antelación, al igual que en Madrid. Pero no, la cosa no acabó de funcionar. No fue un mal concierto pero no fue una gran noche.

A priori, el grupo estadounidense prometía intensidad eléctrica, emociones alt country, armonías californianas... vamos, un Wilco meets Beach Boys, por poner un ejemplo, que podría mirar de tú a tú a The National. Pero lo que ofrecieron -y que prácticamente embelesó a toda la concurrencia- fue un un pop-rock de colegio mayor pijo, más próximo a Spoon o Death Cab for Cutie que los ejemplos antes expuestos. Vamos, el año que el Primavera Sound monte un escenario Erasmus, Band of Horses tienen que actuar en él sí o sí.

Los Love of Lesbian de las praderas mostraron asimismo una querencia efectista muy del gusto de su público -hay que ver cuánto yanqui veinteañero pulula por Barcelona- con unas proyecciones tras los músicos algo pretenciosas que subrayaban los crescendos y la épica de cartón piedra que brotaba de una banda, por otra parte, solvente y entonada. Lástima que anden tan desorientados para mi gusto.

En su favor, he de apuntar que el quinteto se dejó la piel (pobre argumento, lo sé), sonó rozando la excelencia -ay, qué diferencia con los grupos de aquí- y construyó un repertorio equilibrado con profusión de medios tiempos coreables que hicieron las delicias de sus incondicionales. No obstante, mi conclusión final de la velada hizo honor al título de este blog. Un grupo correcto, pero sobrevalorado.

Vídeo del día: 'The funeral', BAND OF HORSES

jueves, 3 de febrero de 2011

El último romántico



Uno de los pocos valores seguros en la prensa diaria para escapar del aburrimiento es Jacinto Antón. Sus crónicas en la edición catalana de El País permiten atisbar a un hombre fuera de su tiempo, un espíritu libre que preferiría batirse a cañonazos contra Nelson frente a la costa gaditana o remontar el Nilo Blanco en busca de sus fuentes antes que vivir en estos tiempos anodinos. Pero no se hagan ilusiones, nuestro hombre se confiesa "el más valiente de los cobardes" y rinde pleitesía a sus ídolos desde la certeza de que nunca se acercará a su brillo. En definitiva, el último romántico.

En esta recopilación de crónicas, Antón entretiene y contagia su entusiasta fascinación por no sólo los pilotos y caimanes del título, sino también serpientes, exploradores, húsares, espadachines, indios y otros personajes que alimentan los sueños de los niños con ansias aventureras. Todo ello con una prosa ágil, irónica y, sobre todo, documentada, no en vano el autor atesora una cultura amplísima que exhibe a cuentagotas en sus textos. Muerto antes que ostentoso.

Entre los objetos (más bien sujetos) de atención del periodista, destaca una figura singular, la del conde Almásy, mítico aviador húngaro y explorador del desierto libio que actuó como agente secreto del Reich en la Segunda Guerra Mundial. Si lo de mítico les parece exagerado -como casi siempre que se usa esta palabra-, les informo de que sus andanzas inspiraron la novela -y película- 'El paciente inglés'.

Así que ya saben. Si tienen ustedes pasión por la carga de la brigada ligera en Balaclava (Guerra de Crimea, 1854), la batalla de Little Big Horn (Guerras Indias, 1876) o las andanzas del Afrika Korps (II Guerra Mundial, 1942), leer 'Pilotos, caimanes y otras aventuras extraordinarias' ayuda a respirar el aire que exhalaron los héroes.

Vídeo del día: Balaclava, ARCTIC MONKEYS