Un año más, pasó el Primavera Club, el hermano invernal -bueno, otoñal- del Primavera Sound, gran oportunidad para degustar propuestas poco conocidas y paladear sensaciones anheladas. La novedad de este año -hablo de Barcelona, no de Madrid- era que desaparecían las sesiones de tarde en el Auditorio del Fórum, sustituidas por una pléyade de actuaciones en distintas salas de la ciudad (Bikini, Jamboree, Monasterio, Sidecar), además de la clásica sede central situada en las dos plantas de Apolo.
Arranqué el jueves, solo, en Bikini para un doble cartel bastante atractivo: The Pastels (en la foto) y The Black Heart Procession (bonito nombre, pardiez). Los primeros, una leyenda del pop escocés de los últimos 80, se mostraron tímidos y apocados, aunque más solventes instrumentalmente de lo imaginado, para despachar una horita de canciones en una onda de la que han bebido gente como La Buena Vida, Teenage Fanclub o, más recientemente, The Pains of Being Pure at Heart.
Lo cándido de los Pastels no tuvo nada que ver con el rock pantanoso, maldito y telúrico de The Black Heart Procession. Iba a irme al poco, pero me atraparon esos aires del lado oscuro de la tradición americana y me quedé hasta el final trasegando cerveza. Salí impactado.
Llenazo en Apolo el viernes para ver a Devendra Banhart, cantante hippie de irregular trayectoria cuyo punto álgido ha sido salir con Natalie Portman. Famoso por sus marcianadas, ofreció un bolo digno de un chiringuito mediterráneo al atardecer, todo suavidad y sin estridencias. Vamos, como Chambao. Mas en un momento dado le entró el virus del r'n'r y empezó a imitar a Led Zeppelin. Servidor y X. emigraron a La 2 y se deleitaron con el intemporal pop de guitarras de The Ladybug Transistor, herederos de los Go Betweens y artífices de deliciosas píldoras de tres minutos.
De vuelta a la sala grande, ya más vacía, el dibujante de comics y estrella del antifolk JeffreyLewis nos deleitó con canciones que iban con gracia del punk al foc de camp -sí, es difícil- con el añadido en algunos casos de proyecciones en una pantalla de dibujos alusivos a la canción en cuestión. Divertido y desengrasante.
Sr. Chinarro actuó el sábado con un repertorio exclusivamente tomado de sus discos noventeros, por lo que recuperó viejas joyas como 'Sal de la tarta', 'Quiromántico' o 'Cero en gimnasia'. Reemplazó a su guitarrista por un chelo, lo que dotó al conjunto de más lirismo en su sonido en general, aunque algunas ocasiones concretas pedían una guitarra ahí bien puesta y no los acordes del curso CCC que desgrana Antonio Luque. Estuvo simpático, por cierto, y luce una barbaza que le queda regular.
Cada año hay un grupo de punk pop no ya amateur sino directamente de instituto que no sé cómo se cuela en la programación del PC. El año pasado fue una broma llamada Mika Miko y en esta ocasión, un trío de mozalbetes que se hacen llamar So Cow. Al principio me parecieron flojos, pero al final, directamente malos. No obstante, La 2 andaba repleta a esas horas, por lo que barrunto que si subo yo a dar berridos en calzoncillos la gente se hubiera quedado igual.
Otra posibilidad es que aguardaran a que se fueran los críos para ver a, atención, A Place to Bury Strangers. Significa 'un sitio para enterrar a los extraños', ni más ni menos, y llegaban precedidos de una leyenda tremendista sobre tapones par aguantar el volumen ensordecedor y no sé qué monsergas. A la hora de la verdad, unos imitadores demasiado miméticos de los Jesus and Mary Chain del 85, que no hacen tanto ruido y que no suenan más originales que Triángulo de Amor Bizarro. Punto a favor: Un impactante juego de luces que ayudaba mucho a la consecución de atmósferas lóbregas.
Vídeo del día: 'Not just words', THE BLACK HEART PROCESSION
2 comentarios:
Una pena que no subieras a berrear en calzoncillos. Entonces igual sí me animaba a ir a ese tipo de conciertos
The Ladybug Transistor y The Pastels son grupos de mucha calidad haciendo pop.
Publicar un comentario