Creo que cada vez salgo menos satisfecho de los conciertos de artistas nacionales. Tampoco diría que sea una regla inamovible -véase la actuación de Josele Santiago-, pero esta sensación crece en mi interior paulatinamente, sobre todo en los bolos regidos por parámetros próximos al indie pop. Ése fue el caso de Klaus & Kinski, dúo murciano que se multiplica en directo y que presentó en La 2 de Apolo su tercer elepé, 'Herreros y fatigas'.
Partiendo de una delicadeza pop muy de La Buena Vida, la banda se mueve en un principio por la fina línea que separa sensibilidad y cursilería. Lo malo es que cae tras varias canciones en el terreno de lo sensiblero y sólo escapa de ahí gracias a salidas de tono como esos momentos de electropop a lo Dorian que resultan de lo mas sonrojante, o ese mal entendido eclecticismo que redunda en un pastiche de difícil digestión. Dicho lo cual, esta opinión no la suscribirían las decenas de fans que ocupaban las primeras filas del local y que apludieron incluso los soporíferos parlamentos de la cantante.
Hablando de soporífero, me aburrí como una ostra en el concierto el día anterior de Grupo de Expertos Solynieve, y mira que su segundo trabajo, 'El eje de la Tierra', me tiene ganado con algunos momentos francamente inspirados como 'La nueva reconquista de Graná' o 'Blues chillando en un cubo'. Sobre esta última, un amiguete me informó en el mismo concierto que no es sino una versión del 'Shouting in a bucket blues' de Kevin Ayers, uno de los popes de la psicodelia británica de los 60 y 70 al que no he seguido mucho.
Y no es que fuera un mal concierto, sino que el tan cacareado folk rock de aires mediterráneos y californianos se me acaba por hacer cansino sobre un escenario a la que han sonado cinco canciones, con las excepciones más inspiradas que arriba he reseñado. Esta all star band granadina, con miembros de Los Planetas, Lori Meyers o 091 tiene todo para ofrecer sobre las tablas un set rico instrumentalmente, con letras apreciables y, sobre todo, matices -que en definitiva son lo que hace grande a una canción-. Y de hecho lo hace, pero a mí no se me contagia este buenrollismo sureño bien entendido, sino que me invade la misma sensación de monotonía que en otras ocasiones en que los he visto en directo.
Moraleja: Tengo que elegir mejor a qué conciertos ir.
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