Siguiendo con la recuperación de nombres malditos, Sobrevalorado fija hoy su atención en Chet Baker. Posiblemente, el jazzman blanco más popular del siglo XX, una estrella del rock que se dedicaba a otra música, más sutil, más bella. Como trompetista, sólo Miles Davis le hizo sombra; como cantante, pocos le han igualado.
El fotógrafo y cineasta aficionado Bruce Weber -autor de vídeos maravillosos para Pet Shop Boys- filmó en 1987 durante algo más de un año a un Baker hecho polvo por los años de vino y rosas y a gente de su alrededor como ex mujeres, hijos o músicos. De todo ello extrae en 'Let's get lost un retrato -siempre en blanco y negro- sobre un hombre talentoso impermeable a las respoinsabilidades, mujeriego, sensible, heroinómano, huidizo... Un genio de la música acostumbrado a los halagos y a que las macizas le dijeran siempre que sí que nunca desdeñó el camino de la autodestrucción.
Como botón de muestra, la versión sobre la paliza en la que perdió la dentadura, asunto nada baladí tratándose de un trompetista, ya que pasó más de un año hasta que reparendió a tocar su instrumento. Bien, la historia que nos cuenta Baker en la pantalla no aguanta poco después el cedazo al que la somete su esposa de entonces.
Detenido en varios países europeos y el suyo propio por cuestión de estupefacientes, este clon de Elvis o de Chris Isaak llegó a pasar más un año en chirona en Italia. Sus excesos no hicieron más que agrandar su leyenda, pero en los 80 su capacidad ya se hallaba muy mermada. Cincuentón y cadavérico, Baker se muestra en 'Let's get lost' como una bomba andante a punto de estallar. Un años después de rodar se lanzó por la ventana de su hotel en Amsterdam.
Algo larga, casi dos horas, y con un ritmo irregular y exceso de esteticismo, quizás no sea 'Let's get lost' plato para todos los paladares. Pero sí la música de Chet Baker. Escúchenla y serán mejores personas.
Vídeo del día: 'Let's get lost', CHET BAKER