Regresó la temporada de conciertos el viernes pasado con un artista de campanillas, al que muchos no dirá demasiado su nombre: Eels. En cambio, poca gente habrá que desconozca esta canción. Por cierto, para que vean que nuestro hombre no es un tipo corriente, elude interpretar 'Novocaine for the soul' en esta gira.
Pero lo menos corriente de la velada que nos ofreció el señor Mark Oliver Everett fue del telonero del telonero. Les cuento: Everett, alias Mr. E, alias Eels, tenía que actuar en Bikini a las 21.00. Como lo de ese local es vergonzoso -me refiero al overbooking y el uso de una sala anexa con pantalla de video para meter gente-, llegué a las 20.20 y descubrí no sólo que la sala principal ya estaba al 80% de su capacidad o más, sino que un ventrílocuo de edad provecta estaba actuando en el escenario. Si eso ya era grave, lo peor era que el abuelo en cuestión no tenía la más mínima gracia y hasta contó el chiste de "¿De qué? De Gramenet". Mortal.
Lo bueno es que sólo tuve que aguantarle cinco minutos. A continuación salió Alondra Bentley, una muchachita de estas que ahora cantan cosas lánguidas en inglés con su guitarra de CCC. Vamos, otra Russian Red. Tuvo cierto encanto y cantó seis canciones, así que no se hizo pesada. Lo mejor, cuando habló de las "cosas raras" que había visto en los camerinos.
Una pausa demasiado larga y un llenazo asfixiante precedieron la aparición de Eels sobre el escenario, secundado por una engrasada banda con dos guitarras, bajo y batería. Eso sí, si Mr. E salió con barbaza y gafas de sol, sus acompañantes lucieron igual, un detalle de extraño humor como el del ventrílocuo. Porque, agárrense, lo del muñeco parlante era una exigencia del artista que se ha repetido en toda la gira europea.
A partir de ahí, hora y media de repaso a su excelsa discografía con versiones de los Stones ('She said yeah') y Lovin' Spoonful ('Summer in the city') incluidas. Primó más la caña que la delicadeza, variantes ambas que Everett sabe hacer suyas con naturalidad y aún así el quinteto interpretó con tino
Me gustó y mucho el concierto, aunque supongo que mi satisfacción aún sería mayor si no hubiese visto la recta final subido sobre la barra esa que hay bajo los mostradores para apoyar el pie. Si, así estábamos. Tercemundista. Situación achacable tanto a la sala Bikini como a la promotora, Live Nation en este caso. Porque no es la primera ni la segunda vez.
A la salida, además del habitual merchandising, muchos se afanaban en hacerse con 'Cosas que los nietos deberían saber', el libro autobiográfico de Mark Oliver Everett en el que cuenta con ironía y sentido del humor una existencia trufada de tragedias que ponen el corazón como un puño. Lo compré hace dos meses y espero ponerme con él en breve.
Vídeo del día: 'Last stop this town', EELS
1 comentario:
Ssiempre pienso que debería ponerme a escuchar a esta gente, que tienen buena pinta. A ver si ahora lo hago
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