lunes, 25 de abril de 2011

Progresa adecuadamente



Con motivo del Torneo Conde de Godó, una marca de cerveza ha organizado estos días de Semana Santa una serie de actuaciones de grupos nacionales más o menos indies en un centro comercial situado a más de 20 minutos andando de las pistas de tenis y en una zona aboslutamente alejada del hábitat habitual -sí, aliteración- de los amantes de este tipo de artistas. Yo tampoco lo entiendo, pero los caminos del patrocinio y la esponsorización son inescrutables.

Entre los actuantes, nombres más conocidos -Mishima, Dorian- que otros -Mujeres, Surfing Sirles- y una artista, La Bien Querida, a la que me apetecía sobremanera ver en directo tras habere publicado un segundo disco espléndido, a la altura de su debut. Lástima que el orden de actuaciones no estuviera del todo claro por lo que tuve que aguantar las cinco últimas canciones de una de mis bestias negras de la escena local, Joe Crepúsculo.

Reivindicar la pachanga pura y dura con una estética feísta, todo descacharramiento lo-fi, a años luz de la ironía inteligente y festiva de la que hicieron en su día Os Resentidos o Los Coyotes me parece un despropósito de aúpa y una tortura para el oyente. Pero qué se le va a hacer, hay mucho moderno -sobre todo en Barcelona- con pose desprejuiciada que alardea de tropicalista y no pisaría ni harto de garnacha una discoteca latina. Aclaro que a mí tampoco me van a encontrar, pero es que yo sí tengo prejuicios. U opiniones, según se quiera ver. Para cerrar el tema crepuscular, añadiré que el tipo es un ignorante de tomo y lomo y que, según me apuntó I. durante el bolo, cada vez se parece más a Tortuga de 'El séquito'.

Por suerte, al poco salió Ana Fernández-Villaverde -a.k.a. La Bien Querida- a escena y salió el sol metafóricamente hablando, porque caían cuatro gotas y se cernía amenaza de tormenta sobre lo que antes se conocía en Barcelona como zona nacional. A diferencia del artista anterior, la autora de 'Romancero' exhibe una delgadez hasta preocupante que, por suerte, no se traduce en fragilidad bajo los focos.

Tampoco fue frágil el sonido, con profusión de efectos ruidistas a cargo de la pareja oficial de la solista e ideólogo musical del proyecto, David Fernández, con una pinta calcada al tipo de Eels. Tras una primera canción casi inaudible, la calidad y el volumen llegaron a una entente y se pudo disfrutar de las canciones de 'Fiesta', la reválida discográfica de la pintora metida a cantante, con un aplomo y un andamiaje superiores al que exhibía hace un par de años en su gira de debut.

Un punto a favor de que todo saliera bien fue el que, a pesar de tratarse de un concierto gratuito con el escenario muy próximo al público, el respeto y el silencio durante las canciones fueron mayoritarios. Será que los curiosos y no iniciados eran pocos y bien educados, a diferencia de casi todos los eventos musicales en los que no se pague, que siempre acaban por atraer a hordas de imbéciles a los que trae al fresco el artista, el público y el sentido común.

Tras una horita aproximada y un par de rescates de su primer álbum, punto y final. Ovación y satisfacción.

Vídeo del día: '9.6', LA BIEN QUERIDA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sólo puedo decir ¡Bravo!

Saludos

elpaseante