lunes, 24 de octubre de 2011

Más lobito que lobezno


Si estuviéramos en 1987, mi madre sabría quién es Patrick Wolf; le sonaría alguna de sus canciones porque el muchacho sonaría en las radiofórmulas y saldría en la tele. Hoy en día, en cambio, tal como están el dial y la industria discográfica -la tele ni te cuento-, a un concierto en Barcelona de un cantante con un inmenso potencial comercial acuden apenas 200 personas.

El muchacho, Patrick Apps de nombre real, debutó discográficamente en 2003 y lleva ya cinco álbumes en una onda tecno pop resultona y bastante gayer. Hace un par de semanas se presentó en Apolo y la cosa resultó entretenida, pero sin pasar a mayores. Algunas buenas canciones y otras que no deberían haber pasado el control de calidad se fueron sucediendo interpretadas por una banda, cuando menos, curiosa.

En la parte trasera del escenario, el batería, con una pinta más propia de Slayer o Megadeth, estaba flanqueado por un teclista y un bajista bastante anodinos y vestidos de un negro más soso que riguroso. Al frente, el amigo "me llamo Patricio Lobo" barría el escenario arrinconando a una violinista y una saxofonista con escasa presencia musical y también física. En resumen, la banda más carente de glamour que he visto en lustros respaldaba a una reinona desatada, qué cosas.

Pero para eso estaba el aspirante a artistazo, que no paraba quieto y que jugaba a ser Dave Gahan, luego Marc Almond, después Morrissey... Para demostrar su formación musical, y como si en un festival de fin de curso se tratara, en una misma canción tocó el violín, el teclado, la guitarra, cantó y bailó. Olé mi niño. Lo del baile, lamentablemente, cabe apuntarlo como digno de mejora. Wolf mide como 1,88" y se mueve con una falta de salero que me recordó a mí mismo. Y no por lo alto. A todo esto hay que añadir que es mejor bailarín que estilista, así que se pueden hacer una idea. No me voy a extender, pero llevaba el tipo -no lo olvidaré- unos pantalones new romantic que, además de horrendos y anacrónicos, le hacían un culo feísimo.

Con todo y ello, como dijo un poeta flamenco, pasé un rato distraído. El chico pasa de lo sublime a lo ridículo y vuelve en cuestión de segundos, con lo que no da tiempo a aburrirse. Además, es de los que cantan mirando a los ojos a su público -si, a mí también, y no, no creo que quisiera nada- y hasta baja del escenario para entonar entre el respetable. Desde luego, lo dio todo.

Su concierto no me quedará grabado en la memoria, pero si lo comparo con referentes locales me da la risa floja. Hablo de preparación y profesionalidad. Como curiosidad, nunca había visto actuar a un grupo de cierto caché sin monitores, sólo con auriculares para poder escucharse. Hay que haber ensayado mucho.

Vídeo del día: 'The magic position', PATRICK WOLF

4 comentarios:

xyz dijo...

Hombre, pensábamos en casa que le había ocurrido algo. Ahora vemos que no estaba muerto, que no, que no estaba muerto....

Susana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Susana dijo...

Es que estaba tomando cañas!

Sobrevalorado dijo...

Por misterios de la informática ha quedado suprimido el comentario de Susana. Con un poco de suerte, he logrado rescatarlo y escribirlo de nuevo. Mis disculpas.