'My son my son what have ye done': ¿Qué hacer cuando no hay manera de que unos invitados molestos se vayan de casa? Lo normal es poner un disco de Animal Collective, pero si no se quiere armar mucho escándalo lo ideal es poner esta película. Ojo, porque "dirigida por Werner Herzog" y producida por David Lynch" es una etiqueta de lo más atractiva, pero las expectativas en este caso distan muy mucho de cumplirse. Más allá de tics archiconocidos y autohomenajes, tenemos una cinta de presunto terror psicológico con un rarito con cara de zumbado -Michael Shannon, el policía también zumbado de 'Boardwalk empire'- y un metraje encaminado a explicarnos el porqué de sus actos, algo que no le interesa a nadie. De nada por el aviso.
'No habrá paz para los malvados': Decepción de las gordas. Mira que tenía ganas de rememorar el buen rato pasado con 'La caja 507' y el tándem Urbizu - Coronado, pero con 'No habrá paz...' acabé leyendo el periódico y echando un ojo a la pantalla de vez en cuando. La historia no atrapa, no interesa y ni hay quién se la crea. Buen reflejo de ello es el personaje de la jueza, del que cuesta discernir si está peor escrito o interpretado. Sólo las apariciones del policía encarnado por Coronado mantienen la atención, lo demás no pasa la barrera de la retina.
'Grupo 7': El reverso de la anterior. Como dice el cliché, "un film que huele a verdad". Un thriller policial trepidante, violento y con cargas de profundidad a diversos niveles. Un director con temple y oficio se atreve con la Sevilla pre Expo rememorando las andanzas de un grupo de maderos corruptos y de gatillo fácil que, pásmense, existió realmente aunque con otro nombre. El reparto, en estado de gracia y con el siempre brillante Antonio de la Torre, incluye a un sorprendemente creíble Mario Casas. Peliculón.
'Los profesionales': Con las anteriores reseñas, ustedes podrán estar de acuerdo o no; tendré razón yo o la tendrán ustedes. Con ésta, no hay duda admisible; yo tengo razón y ustedes deberían dármela. Obra maestra absoluta, un western crepuscular que anticipa el 'Grupo salvaje' de Peckinpah y el fin de una era con los rostros desencantados, propios de los que han vivido, de Lee Marvin, Burt Lancaster o Jack Palance, además de una impresionante Claudia Cardinale. Diálogos inmortales de lírica fatalista, como el relativo a la vida y la revolución, y otros cortados a cuchillo: "¡Son unos hijos de puta!" "Sí, señor, pero lo nuestro es de nacimiento; en cambio, usted se ha hecho a sí mismo".
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