lunes, 4 de diciembre de 2006

Buitres y coyotes, sus mejores aliados

17-11-1986: Llamada de O.E. "Tenemos que ir a ver a este grupo, que me ha dicho mi hermana que son muy buenos". Servidor ya se apuntaba entonces a un bombardeo, así que fuimos. Un domingo por la tarde en, atención, Otto Zutz. Entrada y consumición: 600 pesetas. Una parroquia integrada mayoritariamente por rockers y hora y media de r'n'r a cargo de una arrolladora banda de country punk.

02-12-2006: De nuevo con O.E. y algunos amigos -y amiga- más. Sábado por la noche en la sala Bikini. La inflación se deja notar en el precio de las entradas y de las consumiciones; suerte que Dios inventó las acreditaciones. Los rockers deben de estar en casa ordenando los vinilos de Robert Gordon. El conjunto se ha rejuvenecido: sólo cantante y bajista sobreviven. Se apagan las luces, acordes de western y "cerca de El Paso no existe un lugar....". La Frontera, veinte años después.

Reconozco mis recelos previos ante lo que el acontecimiento podía dar de sí. Erré. En mi línea, ya lo sé. Su reciente recopilación en directo, 'Veinte años y un día', tampoco invitaba al optimismo; más bien, todo lo contrario. Por eso, la elección del repertorio y la energía de las interpretaciones supusieron una agradable sorpresa. Como comprobar que Javier Andreu mantiene la voz, a diferencia de muchos cantantes de su generación.

Lo que algunos no conservamos es el tono físico. A la quinta canción, el sobrevalorado relator no podía con su alma. Dar brincos y berrear los viejos estribillos son dos actividades que tengo algo abandonadas. Vaya por adelantado mi propósito de enmienda.

Volviendo al concierto, a todos nos faltó alguna canción -'Volverán los buenos tiempos', 'La frontera', 'La ciudad'- pero no creo que los viejos fans nos podamos quejar: 'Tren de medianoche', 'Dos balas perdidas', 'Diez minutos de pasión', 'El valle de las lágrimas'.... Y claro, también sonaron las obligadas 'Pobre tahúr', 'El límite' o 'Cielo del sur'. Quejas del setlist, pocas. Mis únicas reticencias, por ser fiel a mi naturaleza criticona, las dirigiría al desubicado sonido de la slide guitar o a la excesiva presencia -en cuatro temas, vale; en más, es una tortura- del violín.

Sobre el aftershow que aconteció en el Barbara Ann tras el concierto con la presencia de miembros de la banda no voy a extenderme. Sólo apuntaré que su guitarrista barcelonés es un tipo encantador y que el violinista, si lo es, se guarda muy mucho de demostrarlo.


Tema del día: 'Duelo al sol', LA FRONTERA

1 comentario:

martini dijo...

Te encantará Stories we could tell, de Toni PArsons, una noche a finales de los 70 en Londres de tres redactores de lo que podría ser el Melody Maker. Me acordé de ella el otro día, cuando leí una entrevista con lo que queda de los Clash y se acordaban de aquellos conciertos en los que tocaban mientras abajo había una pelea en toda regla y me acordé de mi misma, de que ya no aguantaría un festival de empujones, una buena sesión de ska, aunque el otro día jugamos con una amiga tuya a darlo todo en una noche de recreo de padres responsables. La caña me la tomé antes con Fuertes. Solo faltabas tú, pero encantada de que estés en la blogosfera.