El lema olímpico de "más rápido, más alto, más fuerte" viene al pelo para hablar del concierto de AC/DC el domingo en Montjuïc. Bueno, a estas alturas hay mucha gente que toca a mayor velocidad o con mayor estridencia que los australianos, pero para aguantar con más que dignidad dos horas de espectáculo de un genero escénico tan trasnochado como el rock de estadios, o eres los hermanos Young o eres los Stones.
Vayamos con los tradicionales apuntes de sociología barata. Muy muy poca juventud entre las más de 60.000 almas que llenaron el recinto, con la excepción de algunos críos que iban de la mano de sus padres, lo cual no deja de ser curioso, dado que el precio de las entradas, entre una cosa y otra, superaba los 70 euros.
El capítulo higiénico-sanitario merece asimismo especial consideración. Con el estadio lleno hasta los topes, el acceso a los muy correctos baños del recinto había sido cerrado. En su lugar, la gente tenía que aliviarse en esos retretes móviles (polyklin les llaman) tan habituales en los festivales y en las obras, y aquelo se convirtió en una piscina de orines, con gente meando directamente contra una pared. En fin, algo denunciable en el juzgado cuando te soplan lo que te soplan por un boleto.
Los problemas de vejiga, por otra parte, son de esperar cuando lo que te venden los 'mochilaman' -vendedores ambulantes de cerveza- son vasos de un litro. Al módico precio de 11 pafias, por cierto. Ignoro si en las barras dispensaban otros tamaños de bebida, pero la multitud que las tenía rodeadas invitaba a todo menos acercarse.
Sé que todo esto son menudencias y que debería ponerme a hablar ya del concierto propiamente dicho, pero tampoco hay demasiado que decir. Todo el mundo sabe ya que AC/DC son una aplastante máquina de boogie rock, que evolución es una palabra que no figura en su diccionario y que su cancionero está cortado por el mismo patrón de riff graníticos y letras calenturientas.
Pero qué demonios, ya lo dijo Keith Richards: "Me gustan AC/DC porque no son pretenciosos". Así que nada de fusiones étnicas, experimentos noise o technoremezclas. 'Dirty deeds done dirt cheap', 'Back in black', 'Shot down in flames', 'Let there be rock', 'The jack'... una tras otra con alguna incorporación del nuevo álbum, 'Black ice', como la pieza que abrió la velada, 'Rock'n'roll train'. Para mi gusto, la mejor fue 'Whole lotta Rosie', una de mis tres favoritas de la banda.
El setlist se cerró con el predecible bis de 'Highway to hell' plus 'For those about to rock'. Los tradicionales cañonazos pusieron punto final a una serie de trucos escénicos tan trogloditas como el rock'n'roll que escupen los australianos. Una locomotora en el centro del escenario o enormes muñecas inflables son recursos más bien demodé para los tiempos que corren, pero a AC/DC nunca les ha perdido la estética.
Por ponerle algún pero, he de apuntar que a mí los solos de ocho minutos me aburren sobremanera. Al menos, en este caso, fue de guitarra. Si llega a ser de bajo o batería, me da un patatús. Y también resultaban muy ridículos los miles de fans que compraron unos cuernos de demonio fosforescentes a 14 euros, creo recordar. Bueno, igual me tomo una cerveza más y acabo yo también dando derrotes con los cuernos de marras.
Y eso fue todo. Les dejo mi canción favorita del grupo, que no tocan en directo desde hace muchos años.
Vídeo del día: 'Walk all over you', AC/DC
4 comentarios:
Joder, qué racha que llevas con el Barsa, Neil Young y AC/DC. Descansa un poco, hombre
BRUTAL CONCIERTO EL DE AC/DC. Y EL SOLO DEL ANGUS FUE DE PUTISIMA MADRE
también tocaron TNT y Thunderstruck, parecia que se iba a caer el estadio
LA QUE FALTO FUE ROCK AND ROLL DAMNATION, Y HEATSEEKER
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