¿Cuántos libros han leído ustedes sobre los Rolling Stones? Ya, pues yo, ni me acuerdo. Unos cuantos, la verdad, con lo que atesoro una sabiduría sobre cosas inútiles -básicamente, el día a día de la banda en los 60 y primeros 70- de padre y señor mío. Pero este afán mío de conocimiento dejaba bastante que desear a partir de finales de los 70 y quedaba reducido a prácticamente nada en la década de los 90 y la que acaba de concluir a causa de que mis lecturas no se hallaban lo suficientemente actualizadas.
Para paliar esta situación, he devorado en apenas una semana la 'Biografía desautorizada' de Victor Bockris sobre Keith Richards. Al fan o al creyente, como servidor, las bondades de este volumen le resultan obvias, así que voy a intentar desgranar qué puede tener de interés para los profanos. Para empezar, desmitifica -en parte- la imagen de ogro vicioso del guitarrista, a quien presenta como un tío familiar y cálido, salvo cuando le da uno de sus famosos sirocos, situación en la que más vale ponerse a cubierto.
Cuestiones técnicas, como la famosa afinación alternativa con sólo cinco cuerdas que da origen al inimitable gruñido de su instrumento, comparten líneas con historias de amistades torcidas, líos de faldas, su histórica relación de amor-odio con Jagger o su asombrosa capacidad no sólo para sobrevivir a todo tipo de excesos sino para mantenerse lleno de energía a los sesenta y largos.
El asunto de las drogas ocupa páginas y más páginas. Bien, nuestro hombre fue un yonqui durante una década aproximadamente (los 70), y logró no sólo salir indemne sino seguir dándole a otras muchas sustancias hasta prácticamente la actualidad. El relato recoge, en este sentido, la leyenda urbana de que se renovaba la sangre en Suiza. En realidad, era un tratamiento de desintoxicación rápida para pasar los tests de drogas que le ponían como condición para viajar a EEUU y otros países.
Todo muy edificante, como pueden leer. De hecho, Richards dijo en una ocasión que nunca había tenido problemas con las drogas, sino con la policía. De ello también hay numerosos ejemplos recogidos en el libro de Bockris, que entrevistó a Keith en varias ocasiones en los 70 y 80, y que recoge comentarios e informacions de muchos allegados al stone como su mujer durante muchos años y musa de la banda, Anita Pallenberg.
El autor sabe de lo que habla y se nota, al igual que su facilidadad para manejarse entre datos, historias y recuerdos. No en vano es el autor de sendas biografías de gente como Andy Warhol, Lou Reed, Patti Smith o William S. Burroughs. Unos angelitos todos ellos, por cierto.
Vídeo del día: 'Happy', THE ROLLING STONES
4 comentarios:
Paquillo Fernández tampoco tiene problemas con las sustancias dopantes sino con que éstas den positivo.
La droga en el mundo de la música puede quedar molona pero en la élite del atletismo y deporte da asco.
¿Que cuántos libros he leído sobre los Rolling Stones?
Me temo que menos que libros escritos por waterpolistas... que, bien mirado, uno de esos waterpolistas también era un angelito en el tema de las drogas...
@ Hostiamor: Más que quedar molona, lo de la droga en el mundo de la música ha dejado muchos muertos por el camino. Precisamente, Richards aparecía en todas las quinielas como el próximo fiambre a encontrar mientras iba cayendo gente próxima a él.
@ Nicodemo: Lo curioso es lo arrepentido que está el waterpolista, a diferencia del sujeto arriba reseñado.
jajaj, qué gran programa de humor es Hermano Mayor....
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