La presentación oficial del disco en la Ciudad Condal tuvo retazos de gran recital y también momentos propios de un festival de fin de curso. Lo segundo se debió a la presencia mayioritaria entre el respetable de familiares, amigos y profesionales varios vinculados con el artista y sus músicos. Daban ganas de gritar ¡Que levante la mano el que haya pagado entrada! a ver si alguien se había retratado en taquilla. Aclaro que yo, acreditado junto a O., tampoco.
En lo musical, el concierto empezó inspirado, con Umbert a la guitarra acústica y la voz, Refree ejerciendo de multiinstrumentista y apoyados por una banda de tres miembros. Pop de cámara, sutil, delicado, pero sin caer en tenebrismos. Por momentos, la dicción del cantante y el acercamiento a sonidos brasileños me recordaron a un Carlos Berlanga de guitarra de palo. Y eso son palabras mayores.
Lástima que, a mitad de actuación, Umbert aparcara momentáneamente las canciones de su debut, 'Ay' y presentara alguna canción nueva, muy por debajo de la calidad de las ya grabadas. También aprovechó para subir al escenario a dos miembros de Paperhouse y recuperar dos temas de su antiguo grupo. Todo ello alteró el ritmo del recital y dio pie a algún bostezo que otro. Pese a retomar las canciones del álbum en la recta final, a mí ya me había sobrevenido cierto hastío.
Una pena, porque la primera media hora me pareció excelsa y luego me acordé incluso de Jorge Drexler, que no es malo pero no es lo que me interesa. En cualquier caso, les recomiendo muy encarecidamente la audición de 'Ay', uno de los mejores discos made in Spain del año.
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