viernes, 10 de junio de 2011

Sábado



Dimes y diretes y mensajes contradictorios de móvil me tuvieron un ratito en la puerta del Auditori hasta que al final entré a la actuación de John Cale, acompañadopor banda y orquesta de cuerdas, que repasaba su legendario álbum 'Paris 1919'. Con mi falta de tino habitual, llegué, me senté en una fila avanzada y pude asistir a la interpretación del último tema del concierto. Ya saben, lo del viaje y las alforjas.

Sobre Fleet Foxes tengo sentimiento encontrados. A veces me parece que, cuando están inspirados, enhebran más que tocan canciones tocadas por una rar sensibilidad; por el contrario, en ocasiones pienso que ya está bien de hippies y bucolismo campestre y maldigo el ejemplo que dieron Crosby, Stills and Nash. Ojo, sin Young, que el viejo Neil es sagrado. De todas formas, yo iba a lo mío, que era alimentarme, para luego emprender camino a las pantallas instaladas en el Llevant y contemplar embelesado cómo el Barça se coronaba campeón de Europa.

Para hacerse con el trofeo a 'lo mejor del día', no obstante, Pep y sus muchachos deberían haberse medido a P.J. Harvey, un choque, anticipo ya, de resultado incierto. Porque la muchacha-bueno, la mujer, qué demonios- está en un estado de madurez espléndida, ha crecido tanto como artista que puede editar discos de rock torturado, blues oligofrénico o simples nanas y no bajar nunca del 7,5. Llegué a toda prisa, con el show empezado, y tras cumplir el trámite de restregar cariñosamente el triunfo y mi camiseta a un merengue y un perico entré en faena y me sumergí en el mundo de Polly Jean.

La inglesa ofreció casi íntegro su reciente 'Let England shake' y rescató píldoras de alto octanaje emocional de todas las etapas de su carrera sin plegarse a la adoración festivalera. Es decir, sólo cayó un tema de su álbum más asequible ('Stories from the city, stories from the sea') y esquivó el highlight de 'Rid of me', que acostumbraba a incendiar las audiencias hace unos años. Pero su actuación deparó momentazos como 'Angelene' o 'Meet ze monsta'. Bravo por ella y su espíritu libre.

Las tensiones liberadas eran, acabado el bolo, una montaña abajo. Así que ya poco criterio musical había que aplicar. Vida social, charlas futboleras, la constatación de que Animal Collective me vienen grandes o puede que sean directamente un truño -y aún así repetiré el mes que viene- y, para cerrar noche y certamen, la Cocofiesta o tradicional sesión de despedida a cargo de DJ Coco, el residente de La 2 de Apolo. Tres noches de Fórum, tres días que he cerrado el evento. No está mal el balance para un homo festivalensis senior.

4 comentarios:

Yol dijo...

Rectifico. Esta es la mejor!!

Sobrevalorado dijo...

Las anécdotas con esta camiseta darían para un libro. Vaya nochecita.

friendly fire dijo...

¿En qué estado emocional acaba uno después de un Barça campeón y un concierto de PJ?

Sobrevalorado dijo...

Básicamente es como "ya me puedo morir"