lunes, 11 de julio de 2011

Soul man




Hace 20 años, por decir algo, que una leyenda del pop, rock, soul, blues o similares visitara Barcelona era todo un notición del que uno se enteraba quisiera o no gracias a los pirulís diseminados por la ciudad. Daba igual que a ti el reggae te trajera al fresco, que si un venerable rastafari y su troupe pasaban por aquí, a poco que salieras a la calle te enterabas. Y yendo más allá, que en la misma semana coincidieran dos actuaciones de renombre era algo casi propio de la ciencia ficción. Tener que elegir por cuestiones presupuestarias era un problema que los melómanos no teníamos, y si alguien nos hubiera aventurado esta posibilidad, nos habríamos reído a gusto.

Todo esto me pasó por la cabeza hace unos días en Apolo durante la actuación de Booker T., un mito -de los de verdad, que se abusa mucho de esta palabra- del soul. Por si ustedes no caen, es el señor que, como Booker T. and the M.G.'s, lideró la banda que conformó el sonido Stax, el que se escucha en cientos de canciones de Otis Redding, Wilson Pickett o Sam & Dave. Y también el grupo que editó uno de los singles instrumentales más exitosos de todos los tiempos, 'Green onions'.

El veterano organista (66 años) se presentó en Apolo un viernes por la noche ante unas 120 personas en el momento de salir a escena; de ahí las elucubraciones anteriores. Pero los profesionales del show business siempre cumplen y no se arredran. Arropado por guitarra, bajo y batería, el señor Booker T. Jones ofreció una actuación irregular en cuanto a inspiración pero solvente en materia de oficio. Cantó algunas canciones, sonaron varios instrumentales y apareció sólo para dos temas -'Chain of fools' de Aretha y otra- una vocalista invitada. Como no sea pariente, no sé si le sale muy a cuenta llevarla de gira, pensé.

Hubo un momento en que me planteé si valía la pena seguir allí. Fue cuando el batería inició un solo, algo que debería estar penado por la Convención de Ginebra. Me distraje observando al respetable y calculando la proporción de turistas puretas con sandalias y calcetines. Luego, el guitarrista se quedó solo y atacó 'Little wing' de Hendrix, que empezó en modo exhibicionista-pesado y acabó mucho más acertado, con Booker al órgano en acertada comunión.

El resto de la actuación -unos 80 minutos en total- ya fue cuesta abajo picoteando en la inspirada discografía del teclista. Y fue un lujo degustar el bis con la barbilla apoyada en las tablas del escenario. Noche salvada.

Vídeo del día: 'Progress', BOOKER T.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad es que era poco imaginable hace tiempo que coincidieran conciertos interesantes. Será que ya semos europeos.