Así como hay ocasiones para degustar nuevas propuestas, también el calendario de conciertos ofrece a veces momentos apropiados para revolcarse en la nostalgia como un gorrino en una charca. No es algo que haya que hacer siempre ni hay que abandonar el espíritu crítico, pero de tanto en tanto puede ser refrescante y permite ganar perspectiva sobre el presente. Sin más preámbulo, paso a hablarles de tres actuaciones que conformarían el Festival del Carquinyoli, en feliz expresión de un conocido.
THE STONE ROSES
Hace ahora 20 años, los de Manchester ya estaban acabados como grupo. Habían editado un álbum que haría historia y varios singles que abrieron una vía en el maridaje siempre complicado del rock y la música de baile, pero se habían atascado a la hora de grabar su segundo LP con problemas contractuales y de excesos. ¿Para qué han vuelto? Para hacer caja, como todo el mundo. ¿Era necesario? Seguramente, desde un punto de vista artístico, no. ¿Había ganas de verlos? La verdad es que sí.
La primera gran sorpresa que me llevé en Razzmatazz tiene que ver con el respetable. Auguraba yo un sold out asfixiante, con cientos de veinteañeros que no pudieron ver al combo en su día por motivos obvios y profusión de chavalería inglesa más bebida que Massiel. Pues no, igual el primer día fue así -tocaron viernes y sábado-, pero yo estuve razonablemente cómodo, con el aforo al 70% aproximadamente, y mayoría de súbditos de la Pérfida Albión pero del sector tranquilo-madurito, entre 38 y 50 años.
La música.... pues la esperada, claro, sin sorpresas. Prescindieron salvo dos temas del plomizo 'Second coming' y ofrecieron un show calculado: hits, morralla, hits, bis y adiós. Preferiría que no empezaran por sistema, igual que en 1989, con mi canción favorita -'I wanna be adored'-, pero es lo que hay. Las buenas -'Sugar spun sister', 'Fool's gold', 'She bangs the drums'- siguen siendo muy buenas, enormes, y el cuarteto suena igual que en sus mejores que años... sólo que peor.
Me explico. Un volumen inexplicablemente bajo y una mezcla poco atinada jugaron en contra de Brown y compañía, que se esforzaron más de lo que cabría esperar en una banda de su reputación. Lo del sonido siempre malo del Razz se me escapa. Cuando yo era joven y la sala tenía otro nombre, la acústica no era infame por norma. Hablando del pasado, un momento curioso fue escuchar 'Sally cinnamon' en lo que fue el epicentro de un emporio bautizado en honor de la canción. Qué cosas.
La conclusión de la velada fue que no estuvo mal; tampoco para echar cohetes, pero salí con una sensación moderadamente satisfactoria. Cuestión de expectativas, supongo.
Vídeo del día: 'Made of stone', THE STONE ROSES
2 comentarios:
Ya no queda nadie por volver, no?
Un concierto muy festivalero, ¿no? Para cantar, bailar y entregarse a los placeres mundanos. Me hubiera encantado ir.
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