jueves, 21 de mayo de 2009

Preferiría no hacerlo



Unas 180.000 personas acudirán al Camp Nou dentro de algo más de un mes a ver a U2 en directo. A mí que no me esperen, ya aviso. Hace muchos años que dejaron de interesarme los cuatro irlandeses, con los que he pasado etapas de fidelidad -de 'Boy' a 'The unforgettable fire'-, hartazgo -'The Joshua tree' y 'Rattle and hum'-, reenamoramiento -'Achtung baby' y 'Zooropa'- y definitiva ruptura -de 'Pop' en adelante-.


Dudaba si escribir o no un post sobre el nuevo álbum, 'No line on the horizon', que escuché entero hace un par de meses y me desagradó profundamente. De hecho, prefería no hacerlo, como Bartleby, el escribiente de Melville. Pero una anécdota reciente, relacionada con regalos de cumpleaños, me ha llevado a reescuchar con detenimiento el disco y a querer argumentar mi opinión al respecto lo más lejos posible de los prejuicios. He aquí el resultado:


- 'No line on the horizon': Un amago de canción a medio acabar que debió quedarse en una maqueta hasta saber hacia donde querían tirar. Como la tonada no arranca ni a la de tres, unas guitarras sampleadas de 'Achtung baby' tratan de insuflarle vida. En el cierre juegan a ser Radiohead.



- 'Magnificent': La mejor del lote, lo que tampoco es decir mucho en este caso. Un inicio propio de los Depeche Mode más despistados -que se podrían haber ahorrado- conduce a un tempo trotón que rompe en un clímax típicamente U2. Se copian, una vez más, a sí mismos, pero esta vez con cierta gracia.



- 'Moment of surrender': El habitual medio tiempo confesional que quiere llegar al corazón del oyente por la vía de la afectación. Sustentada sobre un tejido sonoro nada desdeñable, el estribillo bañado en gospel es de vergüenza ajena, al igual que esos coros pensados para el estadio. Con un buen arreglista y un cantante sin ínfulas, sería algo muy pero que muy diferente. Dura 7' 24".



- 'Unknown caller': The Edge juguetea con su guitarra y Bono trata de darle forma de canción. Por momentos parece que quiera ser 'Until the end of the world', pero la ampulosidad del sonido acaba por cortoircuitar cualquier atisbo de emoción. El guitarrista debería haber aprendido ya, a su edad, que menos es más.



- 'I'll go crazy if I don't go crazy tonight': Premio al título más estúpido del año. Alguien tendrá que convencerme que no es un descarte de 'Rattle and hum'. Hueca y predecible, ya que se autoplagian podrían haber elegido 'Even better than the real thing', por ejemplo, como modelo.



- 'Get on your boots': Una lamentable exhibición de músculo rockero que no debería haberse editado ni en una cara B de single. Lo peor, la sucesión de breaks patilludos que tratan de reanimar el pulso inerte de un rock de garaje de serie Z.



- 'Stand up comedy': No, no es una versión de los peores Red Hot Chili Peppers; es un mejunje funkrockero indigesto clavado al Lenny Kravitz más plomizo. Al menos, es breve.



- 'Fez-being born': Intro innecesaria, épica grandilocuente desde el primer momento, guitarras centelleantes, teclados al mando, el recuerdo de 'The unforgettable fire' en la memoria..., esperas, quieres que todo esto llegue a alguna parte, pero sólo acabas maldiciendo al tipo que grita '¡Ooohhhhh...! a la más mínima ocasión. Lástima.



- 'White as snow': Un himno adventista originalmente, al que los irlandeses han dado la vuelta como un calcetín para entregar un tema lento ajustado y sin excesos. En el debe, la letra sobre la agonía de un soldado en Afganistán hace que la canción sea más disfrutable cuanto menos inglés sepas.




-'Breathe': Por fin, U2 sonando a U2 sin caer en la autoparodia. A guitarrazo limpio, un regreso a las esencias, a 'War', a 1983. Sin ser nada del otro jueves, la pieza más agradecida del álbum.




-'Cedars of Lebanon': Empeñado en imprimir una pátina de trascedencia a todo lo que hace, el cuarteto cierra su duodécimo disco de estudio con la enésima referencia bíblica de su carrera, dando voz a un corresponsal de guerra sobre los conflictos de Oriente. Musicalmente, ambiente recogido e instrumentación contenida.



En resumen, una obra deslavazada, que empezó en manos de un productor (Rick Rubin) famoso por revitalizar carreras (Johnny Cash, Neil Diamond) eliminando lo superfluo y ha acabado en manos de Brian Eno, viejo compinche del grupo, que ha ido añadiendo capas de instrumentación a las canciones más prescindibles.


Un álbum de Elvis se llamaba '50 millones de fans no pueden estar equivocados'. Con Elvis, desde luego que no; en otros casos, me da que sí.


4 comentarios:

Murzuq dijo...

Ara tinc curiositat per escoltar tot el disc pero ni boig me'l compro. Potser me'l piratejo, l'escolto i l'esborro. I si m'agrada? Uf, millor me n'oblido.

Jo no he passat del single "Posa't les botes"!

Salut!

Amanda dijo...

..Si es que donde esté un Pedro Marín....

Anónimo dijo...

Se nota que no tienes ni idea de música en general ni de U2. Son los más grandes y el que no lo quiera ver es su problema.

touching the balls dijo...

Ya salió el de la yihad. Que sí, hombre, son os más grandes, los más santurrones, los más solidarios y los más beatos. Pero sobre todo, los más PESADOS.

Como el gamba este que ha escrito aquí arriba.