Con gran dolor de mi corazón he tenido que abandonar 'Lo que sé de los vampiros' a la mitad, por muy última obra de Francisco Casavella (1963-2008) que sea. Al menos, me queda la anecdótica satisfacción de haberle saludado en vida, bien es verdad que a una hora inconexa y en un garito insalubre, pero ésa es otra historia.
'Lo que sé de los vampiros' le supuso a su autor ganar el Premio Nadal gracias a un cambio de registro sobre su anterior trabajo, la trilogía de 'El día del Watusi'. Casavella se entregó en su historia ambientada en el siglo de las luces a una novela de alta literatura, por decirlo de alguna manera, con recursos y juegos propios de un superdotado de la escritura.
Sin embargo, de su lectura he sacado la misma conclusión que con algunos discos de jazz o películas: sus autores piensan antes en su propio disfrute que en el del público. Esto no debería ser intrínsecamente negativo, pero hay casos como el de 'Lo que sé...' en que lees páginas y más páginas y, aunque adviertes un depurado trabajo de técnica narrativa, te aburres como una ostra. Llámenme simple o pusilánime.
Para que nadie se quede con mal cuerpo, les recomiendo encarecidamente otras obras del malogrado Casavella, nacido Francisco García Hortelano, como 'El triunfo', 'Un enano español se suicida en Las Vegas' o la citada trilogía de 'El día del Watusi'. Y no vale lo de ver las pelis, porque aunque la de 'Un enano...' -titulada 'Volverás' para la pantalla- tiene un pase, la de 'El triunfo' es un crimen.
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