martes, 28 de septiembre de 2010

Venganza



Como todo lo gratuito, los conciertos de fiesta mayor acostumbran a ser un horror. Todo llenísimo de gente a la que le trae al fresco lo que haya en el escenario porque ellos se han dado cita allí por el ambientillo, que lo que les mola es juntarse con la peñita con la actuación de fondo y dándole al canuto y a la cerveza de los pakis. Conocedor de todo ello no obstante acudí a la Plaza Real a ver el concierto de Mishima, que se inscribía dentro del festival BAM, la cita de la música menos obvia en las fiestas de la Mercè.

Al arribar, llenazo (lógico) hasta la bandera y batalla para ganar una posición digna desde la que seguir el bolo. A modo de curiosidad sobre el fenómeno del laterismo, decirles que me bebí cuatro latas de cerveza en 70 minutos sin moverme del sitio, así que, por mucho dispositivo policial que hubiese, suministro no faltó.

Por si alguien no los conoce, Mishima son una banda barcelonesa que arrinconó el inglés en beneficio del catalán y se ha encontrado desde entonces con un creciente éxito de público. Su reciente álbum, 'Ordre i aventura', retrata a un grupo imbuido por un sonido electroacústico que a mí me recuerda a los americanos The National, y aún más en directo, por mor de la voz grave y modulada del cantante, David Carabén.

Piano, órgano y guitarras de diverso pelaje arropan las composiciones con arreglos que emanan clasicismo, un poco à la Wilco. La popularidad del conjunto quedó retratada con cientos de personas declamando más que cantando las letras de los temas más reposados, ajenos al jaleíllo de los miles de curiosos.

Todo me hubiera parecido perfecto de no ser por una tendencia al final de la actuación a rematar las canciones con unos crescendos de cartón piedra, con más cálculo que locura, más cerca de Coldplay y su mantequilla para estadios que de Arcade Fire. También hay que decir que debí de ser el único que lo pensó porque la gente pareció irse la mar de contenta.

El que más, mi amigo X., que me pasó factura por todos estos años de acompañarme a conciertos en los que le he desgranado con detalle desde qué es un saxo barítono a quién compuso tal o cual canción. Como la venganza es un plato que se sirve frío, X. me comentó todas y cada una de las canciones -tres o cuatro de ellas son la que mas le gusta, al parecer-, alabó el poderío de los teclados -fuese órgano o piano- y cantó a viva voz buena parte de las letras, para solaz no ya mío sino de todos los que estaban a nuestro alrededor. Me lo merezco.

Siguiendo con las fiestas mayores, tres días después tocaba acudir a la cita anual en El Prat, esta vez con el hype de la música cantada en catalán, Els Amics de les Arts. Entre 'El club de la comedia' y 'Plats bruts', todo chistes de Erasmus propios de quien ha visto demasiadas reposiciones de 'Friends'. Y luego cantan, pero menos que parlotean. O casi lo mismo. Qué pesadez, madre del amor hermoso. Huyan, huyan.

Video del día: 'Un tros de fang', MISHIMA

3 comentarios:

Amanda dijo...

Bravo por X.!

Anónimo dijo...

Els amics de les arts son insoportables, totalmente de acuerdo

ausente dijo...

Coldplay y su mantequilla para estadios, aplaudo eso.