miércoles, 29 de noviembre de 2006

Ración de lengua

Leo un día El Periódico y me llama la atención el que alguien escriba 'solo' sin tilde en un caso claro -siempre que se pueda reemplazar por 'solamente' hay que acentuar- que no admite dudas al respecto. Bien, una errata, pienso. Los diarios llevan muchas, la responsabilidad está compartida por redactores y editores y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pero hete aquí que vuelvo a apreciar el error distintos días y en diferentes secciones, y hojeando el muy interesante suplemento sobre ocio (Exit) me topo con la palabra de marras en un destacado.

Tate, esto no es una epidemia de erratas, me digo. Es una nueva norma de estilo. Pues va a ser eso, a la vista de los acontecimientos. En efecto, un nuevo desmán lingüístico de los que, como hace ya años que no trabajo para ese medio, había llegado a olvidarme. Como yo operaba a 1.200 kilómetros de la redacción de El Periódico, nunca tuve el honor de tratar al autor de las normas estilísticas del diario, y a día de hoy aún desconozco quién es. Eso sí, la huella de sus tropelías permanece indeleble en mí.

A partir de 1996, aproximadamente, empezaron a arribar inmigrantes de forma masiva a las costas andaluzas. En los últimos años, la mayor parte de este flujo corresponde a subsaharianos, pero hace una década era abrumador el predominio de personas nacidas en Marruecos. O sea, marroquíes. O también, en sentido más amplio, en esa zona del norte de África. Es decir, magrebíes. El primer día que mandé una crónica vi con estupor que lo publicado hablaba de 'marroquís' y magrebís', y llamé a la redacción. "Es una norma de estilo, qué le vamos a hacer", me dijo una voz comprensiva. Irritado, pregunté si también se escribía sobre los 'jabalís' de Collserola o los colonos 'israelís' . "Pues claro, nen".

Así que me tragué mi orgullo y empecé a lamentar las periódicas muertes de 'marroquís' y 'magrebís' en el Estrecho. Qué le vamos a hacer. Como no quiero aburrir ni aburrirme, no voy a dar más ejemplos de cómo un iluminado mutiló la calidad de mi trabajo y el de cientos de personas durante años. Lo que me sorprende es que los desmanes de un indocumentado aún rijan en esa casa, poblada por buenos profesionales (la mayoría) y algunas excelentes personas.

Sorpresa relativa, claro. Seguro que el sujeto en cuestión cuenta con un cargo a medida, se lo lleva calentito y tiene un despacho a lo Palau Sant Jordi. Es lo que suele ocurrir con estos ejemplares de la 'generación tapón' de la que un día de éstos hablaré. Y si sus ocurrencias -como rediseñar de cabo a rabo un diario que funciona y convertirlo casi en un gratuito que cuesta un euro- le cuestan a la empresa un potosí, no hay por qué preocuparse. Para eso están la endogamia, las fundaciones y las consejerías autonómicas. Para dar cobijo.

Tema del día: 'Didi', KHALED

1 comentario:

Oscar Sánchez dijo...

Uniendo conceptos y tiempos y adelantándome a una entrada posterior -no es que tenga dotes de visionario, es que se me acumulan las tareas y la respuesta no es inmediata- quiero romper una lanza a favor de la salvaguarda del idioma y reconocer al "relator" (palabra de moda en los últimos tiempos) la muy acertada utilización de la palabra "pergeñar". Y es que aunque de momento esto sólo (en el diario mencionado escribirían "solo") sea un modesto rinconcito cibernético, cualquier aportación a la riqueza del español/castellano (eso es otro debate que lanzo por si alguien quiere retomarlo), o sobre cualquier otro idioma que podamos utilizar en este foro, será siempre bienvenida.