martes, 30 de octubre de 2007

Campeones, oé, oé, oéeeeeee



¿Quién dijo que el fútbol lo es todo? De hecho, es cierto, pero hasta el corazoncito del futbolero más recalcitrante esconde un hueco para otros deportes, lejos de los oropeles que acompañan al balompié. El rugby, por ejemplo, cuenta con todas mis simpatías; y el pasado Mundial, al que este blog debería haber dedicado mayor atención, nos brindó a los aficionados grandes momentos Nescafé que recordaremos en los años venideros.


Si el rugby les resulta incomprensible, más allá de que hay una treintena de mocetones corriendo y atizándose unos a otros mientras se pasan una rodaja de melón, quizás deberían dejar de leer. Porque voy a hablar de béisbol, que aún es más complicado.


No sé por qué, pero me gusta el béisbol. Tampoco soy un seguidor de nacimiento, que yo también he sufrido las películas americanas sobre este deporte, que aburren a las ovejas. Pero en los Juegos Olímpicos de Barcelona, ir a ver beísbol era lo más barato (750 pesetas) y encima quedaban localidades. Viendo a Japón contra la República Dominicana empecé a enterarme de cosas, y luego tuve la suerte de asistir al EEUU - Cuba, que viene a ser un Argentina - Inglaterra de fútbol.


Desde entonces, me quedó cierta curiosidad por el deporte del bate y seguía de vez en cuando la competición estadounidense gracias a la tele por satélite. Y no se puede seguir un juego de equipo sin ir con un equipo. En mi caso, me daba igual uno que otro, pero entre que un amigo me trajo de los USA una gorra y la serie 'Cheers', donde el personaje de Sam Malone había sido una leyenda en los Medias Rojas de Boston, mis simpatías van hacia los Red Sox.


Lo que ignoraba cuando me hice de este conjunto era que les perseguía una leyenda de perdedores desde hace casi un siglo. Resulta que en 1919 los Red Sox traspasaron a su principal estrella, Babe Ruth, a los New York Yankees sin que al interfecto le hiciera mucha garcia la operación.


La maldición que uno de los tres mejores jugadores de la historia le echó a Boston se mantuvo firme hasta 2004. Más de 80 año sin ganar un título para uno de los principales equipos por afición, estadio y tradición. Bueno, como el Barça -vuelvo al fútbol- en los 70 y 80.


Toda esta chapa viene a cuento de que los Red Sox han vuelto a ganar el título tras endosarle un 4-0 -al mejor de siete- a los Colorado Rockies en las Series Mundiales. Por cierto, me hace mucha gracia la soberbia made in USA de ponerle el apellido de 'mundial' a cualquier campeonato que celebran en su territorio.


Así que ya tenemos algo que celebrar esta noche. Me iba a quedar en casa, pero me he calentado y he decidido que me voy a un concierto. Sí, qué raro.


Tema del día: 'Almas de metal', AUSTRALIAN BLONDE

1 comentario:

Anónimo dijo...

Celebremos pues!!!!