Tampoco llevo una vida tan interesante, pero últimamente me faltan horas para este blog. Voy a compensarles por orden cronológico y paso a comentarles mi experiencia cinematográfica de hace seis días: 'Shine a light', el concierto de los Rolling Stones en un teatro neoyorquino filmado por Martin Scorsese.
Alguna vez habré escrito por aquí que para servidor, la experiencia sensorial de un concierto es indisoluble de tener una cerveza agarrada. Bien, para el caso que nos ocupa, los cines Renoir Floridablanca no son precisamente el CBGB, pero había que ir con provisiones por si acaso, así que me llevé dos latas bien frías de las que di buena cuenta a lo largo de la proyección. A todo esto, ignoro si venden cerveza en los cines, pero si la hay, imagino que barata no será.
Normalmente no me fijo en el resto de asistentes, pero mis compañeros de sala, unos 60, rozaban el medio siglo de edad en su mayoría. Seguidores de los Stones, imagino, aunque nadie lo diría por las pintas. Unas cuantas parejas treintañeras, unos pocos solitarios y un freak que vio la peli con gafas de sol completaban la alineación.
Bien, la peli. Lo digo aquí y ahora. Quien esto escribe la habría dirigido por la mitad de lo que cobra Scorsese y habría quedado casi igual. Vale, un poco peor. Amigos, hay que decirlo ya, el gafudo neoyorquino lleva viviendo de rentas 20 años y encima nos ha ofrecido cada horror -'Gangs of NY', Kundun', 'El aviador'- que serían para lapidar a cualquiera.
En el caso que nos ocupa, Scorsese filma a la banda y punto. No hay trasfondo, como en 'The last waltz' -cuando recogió el último concierto de The Band- y ni siquiera la filmación del show resulta especialmente imaginativa, a años luz de, por ejemplo, 'Stop making sense', la sensacional visión de Talking Heads a cargo de Jonathan Demme.
'Shine a light' es sencilla: Un concierto de los Stones visto muy de cerca con el 'making of' incorporado -los primeros 15 minutos- y añejos rescates de entrevistas con escasas novedades para los fieles. Eso sí, hubiera encajado como un guante el mítico ridículo de Pilar Trenas con Jagger en TVE en 1987, que luego reprodujo Gurruchaga.
En los prolegómenos, resulta curioso el besamanos al que se ven obligados los Stones con la familia Clinton al completo incluida la madre de Hillary. Y desluce bastante el público pijo -parecen extras de 'Sexo en Nueva York'- que conforma la audiencia, con especial mención a las primeras filas, ocupadas por clones de Paris Hilton que no han escuchado en su vida la mayor parte del repertorio.
Pero, gracias a los dioses, a lso 20 minutos arranca el show: La banda suena engrasada y bluesy, más de club que de estadio, a lo que el repertorio también ayuda. Extractos de 'Some girls' y 'Exile on main street' más las cinco obligatorias -'Jumpin..', 'Start me up', Sympathy...', 'Brown sugar' y 'Satisfaction'- conforman el armazón del show, adornado con tres invitados. Jack White (White Stripes) mantiene el tipo en 'Loving cup', Buddy Guy calienta el cotarro con 'Champagne and reefer' (Muddy Waters) y Christina Aguilera berrea sin ton ni son en 'Live with me'.
¿Vale la pena ir al cine a verla? Hombre, en EEUU la dan en cines Imax, así que supongo que debe ser alucinante. Aquí, en un cine normal, pues... A ver, a poco que a uno le guste el rock es harto disfrutable, pero, por ejemplo, esperaba un sonido más alto en la sala, más de concierto, para meterme más en el meollo, y no fue así. Bueno, qué demonios, vayan, que son los Stones y les hará falta el dinero para pintar alguna mansión. Y a mí me encantan.
Tráiler del día: 'Shine a light' (MARTIN SCORSESE)
2 comentarios:
¿se me permite una recomendación?
"Joe Strummer: Vida y muerte de un cantante" , interesante documento
Verdi Park
Pases: 18:10 / 22:35
Alicia
Por supuesto, se le permite y se le agradece. El amigo Strummer está en la lista de tareas pendientes, y más desde que el otro día me agencié en DVD 'Westway to the world', de los Clash.
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