La temporada festivalera quedó oficialmente cerrada este pasado fin de semana con la tradicional migración a Benicàssim. Así pues, será hasta el año que viene, ya que los festejos de la Mercè -patrona de Barcelona-en septiembre no son más que un sucedáneo de los eventos a los que acude el homo festivalensis. La jornada sabatina del FIB resultó un excelente colofón, con algunos momentos de altura, cuyo recuerdo hará más llevadera la hibernación hasta la/el Primavera.
El maratón empezó sobre las 9 de la noche, aún con el susto en el cuerpo por si la tormenta del siglo, que descargó sobre la expedición de este bloguero de camino a tierras castellonenses, optaba por visitar el festival. La lluvia, finalmente no, pero más de 40.000 personas sí que acudieron a la cita; a pesar de ello, no se apreciaban mayores apreturas que en ediciones anteriores.
Bien, el asunto arrancó con Albert Hammond jr., el guitarrista de The Strokes por más señas, que ofrecía un pase apañado en el escenario Verde -el grande y único al aire libre- hasta que un fallo eléctrico -preludio del caos en que anda sumida la Ciudad Condal cuando escribo- le dejó sin sonido. Éste volvió poco después pero ya era hora de moverse por el recinto.
En la mayor de las carpas, atestada, los brasileños Cansei de Ser Sexy apuraban los últimos compases de su concierto. Desde el exterior se intuyó que no había grandes diferencias con lo visto hace unos meses en la sala Razzmatazz. Llegado el momento de la cena, bocata que te crié y a otra cosa.
En este caso, y por fin, los inclasificables !!!. Las 22.35 no era la mejor hora para una banda de funk rock salvaje tirando a guarro, pero Sobrevalorado y sus acompañantes -con noveles y veteranos de viejas batallas- se vaciaron en la carpa ante un grupo que suda la camiseta. Y nunca mejor dicho. Para que el público no pasara por el mismo trance, una serie de aspersores a lo microclima de la Expo 92 mitigaban en parte la calorina.
Me hubiera gustado ver a la misma hora a Camera Obscura, pero ya se sabe que la ubicuidad es un arte que cuesta dominar. Los que se acercaron, de todos modos, no quedaron muy impresionados. Y llegó el momento más esperado del cartel: The B-52's. Con su característico sonido de guitarra bien presente y algo menos los teclados, el segundo grupo más famoso de Athens montó la fiesta que todos esperábamos.
'Roam', 'Planet Claire', 'Mesopotamia', 'Love shack'... todos sus éxitos, servidos en potentes versiones con las juguetonas voces de Fred Schneider, Kate Pierson y Cindy Wilson animando el cotarro. Pero lo mejor llegó con el broche final, demoledor, de 'Rock lobster', que dedico en nombre de la banda a mi amigo M. para que supere sus problemas con la congelación de crustáceos.
En acabando el show de los retrofuturistas, hubo que peregrinar con rapidez a la supercarpa donde ya había empezado el bolo de The Human League, que nos recibieron con uno de sus mejores temas, 'Mirror man'. Al igual que The B-52's, los ingleses despuntaron en torno a 1980 y han vuelto recientemente en excelente estado de forma, algo que servidor y X. comprobaron en el Primavera Sound hace dos años, aunque X. no esté muy seguro.
Pese a ver sólo la segunda mitad del show, los de Sheffield tuvieron el detalle de guardar sus mejores bazas para el final. Así que no nos perdimos 'Don't you want me', 'The Lebanon' o '(Keep feeling) Fascination'. Qué bien, qué bien. Acabó el tecnopop de The Human League y de nuevo carrera al megaescenario, con lleno hasta la bandera, para ver a Arctic Monkeys.
Estos cuatro imberbes suenan bien, tienen energía, actitud y hasta pericia, pero empiezo a tener dudas sobre si realmente tienen talento. Tampoco es que me quite el sueño, pero lo pensé mientras los veía y aquí se lo cuento. En este caso, la prueba del algodón será el tercer disco. De momento, en vivo son una descarga de electricidad insultantemente juvenil. Ya envejecerán, ya.
A continuación, y ya eran casi las 3 de la mañana, Fischerspooner en el mismo escenario. Su combinación de electroclash y tecnopop dividió a la parroquia, y para este bloguero resultó algo plomiza con la salvedad de 'esa canción que todos sabemos' y dos más. Aprobado raspado. Finiquitada la cuestión, hora de moverse hacia las carpas donde los DJs oficiaban con distinta suerte.
En nuestro caso, preferimos el pop de toda la vida a la electrónica, y tuvimos que soportar que DJ Rojiblanco -Julio Ruiz, histórico locutor de radio 3- aburriera a las ovejas con una sesión carente de 'punch'. Por suerte, llegó Hazcaso, uno de los residentes de Razzmatazz, y la juerga remontó el vuelo. Y siguió por las nubes hasta la hora de abandono, las 7.30 de la mañana.
Y así, colorín colorado, el homo festivalensis abrochó la temporada festivalera. No desesperen, que estas y otras aventuras llegarán muy pronto a sus manos gracias los oficios de este blog.
PD: Gracias a la simpar M. por dar cobijo, un año más, a este cronista.
Tema del día: 'Rock lobster', THE B-52'S