jueves, 6 de septiembre de 2007

Final feliz



Así como algunos lectores me han comentado en ocasiones que el tono del blog pecaba de generalista, otras voces me han señalado lo contrario; que era demasiado para iniciados. Bien, eso debe de indicar que vamos bien. O que no le interesa a nadie, quién sabe. Otros comentarios aludían a que aquí se vierte excesiva bilis y que estas líneas carecen de espíritu constructivo.


Nada más lejos de la realidad, señora. Aquí se hace positivismo partiendo desde la denuncia, y al título del blog me remito. Y no nos engañemos, de publicidad gratuita anda el mundo sobrado. Lo que hace falta es separar el grano de la paja y, sobre todo, aportar argumentos.


Dicho lo cual, aquí viene una historia de palo y zanahoria, sazonada por un toque surrealista. Anoche, O. y un servidor consumíamos unas tapas en el muy popular Bar Ramon (Borrell-Tamarit), mas no pudimos dar cuenta de las croquetas porque resultaban incomestibles. En el plato se quedaron y tampoco le dimos demasiada importancia al asunto porque teníamos prisa.


Al traernos los cafés, la señora que servía las mesas preguntó si no nos habían gustado. Diplomáticamente, le dijimos que no. "Están como gomosas", dije yo. Me miró como a un marciano. "Como si fueran de goma", me explayo. Visiblemente sorprendida y con cara de "no me lo puedo creer", la mujer coge una de las croquetas que habían quedado... y le hinca el diente.


Nada de un mordisquito para probarla, qué va. Un bocado como si llevara días sin comer. Nosotros, atónitos. La señora mastica, deglute y finalmente espeta: "Tenéis razón. Pues no os las cobro". Y sin que dijéramos ni pío, la mujer nos cambió la cuenta aligerándola del importe de las croquetas de goma.


Después de este precioso cuento que García Márquez no hubiera mejorado, iba a hablarles del ulterior concierto de Fangoria en el Auditori -por eso teníamos prisa- pero mejor lo dejo para mañana y se quedan ustedes con esta bonita historia en sus cabecitas.



Tema del día: 'Bares, bares', LOS TOREROS MUERTOS


1 comentario:

Anónimo dijo...

Añado un último apunte surrealista a la edificante historia: al marchar del bar la señora nos dijo "no os he cobrado los morros poorque no os los habeis podido comer"...