lunes, 1 de octubre de 2007

Alumno aventajado



Un cantautor posadolescente y gafudo sale al escenario armado con su guitarra, se amorra al micro y suelta una perorata en inglés de dos minutos. No, no es un cretino. Es un tipo muy grande, con un talento escalofriante y una sensibilidad alejada de la ramplonería. Porque sólo alguien así se mete en el jardín antes descrito y sale del brete no ya con la cabeza alta sino por la puerta grande. Se llama Micah P. Hinson y actuó el viernes pasado en la Sala Apolo.


El chico tiene dos álbumes publicados -'M.. and the Gospel of Progress' y 'M... and the Opera Circuit', por igual de recomendables- y gira regularmente por España, aunque el año pasado tuvo que suspender una serie de bolos a causa de una lesión de espalda. Una dolencia que ya le tuvo postrado durante meses en la cama. Sí, el muchacho no tiene suerte con la salud, nada de extrañar viendo lo que fuma y bebe en escena. Así se consigue una voz aguardentosa, sí señor.


Tres cuartos de entrada en Apolo y el sector más in de la movida indie barcelonesa al completo. El texano, por cierto, estuvo precedido sobre las tablas por Manta Ray, conjunto astur cuya aleación de ruidismo y folk nunca me ha acabado de seducir. Como a mis acompañantes tampoco, nos dimos a los placeres de la cena en un lugar tan kitsch que tendré que hablarles de él un día de estos.


Así que accedimos a la sala con tiempo pra escuchar los últimos 10 segundos de la banda telonera. Tras los 20 minutos de rigor, salió a escena Micah. Y triunfó con su voz cavernosa y sus arreglos de guitarra que matizaban unas canciones a medip camino entre el country rock, el soul más áspero, el blues sureño y hasta el folk menos acomodaticio.


No obstante, el cometido era complicado. Silenciar a cientos de personas con sólo una guitarra en tu mano resulta harto complicado cuando no haces mucho ruido y además eres feo redomado, con lo que tu carisma escénico no brota instantáneamente. Pero poco a poco, hasta la barra del fondo de la sala se sumió en un silencio respetuoso con el artista.


Ahiora bien, no piensen que el chaval es un triste de la vida, un Nacho Vegas del otro lado del Atlántico. Micah habla por los codos entre canción y canción -piensa, como muchos norteamericanos, que todo el mundo sabe inglés- y cuenta historias con gracia. Por ejemplo, alternó la acústica con una eléctrica de 12 cuerdas muy llamativa y explicó que le abrieron el coche y le robaron las guitarras, y que no sé quién le había prestado ese instrumento propio "del cock rock a lo Motley Crue".


Otro soliloquio vinio a cuenta de la batería presente en el escenario, que sólo fue empleada en tres o cuatro de la veintena de piezas del repertorio. Justin, un amiguete que empezó a tocar el instrumento hace dos semanas, acompaña a Micah en esta gira europea y de vez en cuando golpea las baquetas. Eso es amistad. Y esto es amor: el cantante luce una foto de su novia -y su perro- en la guitarra.


Como un Neil Young más fúnebre, como un Nick Cave más country, como un Leonard Cohen con guitarra, así es Micah P. Hinson. Por cierto, acabó con versiones de Cohen y John Denver justo después de despedirse con una media sonrisa: "No me puedo alargar porque de aquí a unos minutos esta sala abre como discoteca". Sin reproches, como un alumno aventajado de la Academia de Ilustres Perdedores.



Tema del día: 'Diggin' a grave', MICAH P. HINSON


2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Es un hombre, seguro? Parece una niña!

Sobrevalorado dijo...

Es un chico feúcho, pero un chico. Sile escucha, no le quedará ninguna duda. Y se hará usted un favor.