miércoles, 24 de octubre de 2007

El hijo de perra y el cobarde



Doy por sentado que todos ustedes han visto las brutales imágenes de un mal nacido pegándole a una menor en un vagón de los Ferrocarriles de la Generalitat por el mero hecho de ser suramericana. El muy imbécil dice ahora que no se acuerda de nada, que estaba borracho y que no hay para tanto.




Lo de este sujeto se comenta solo, así que tampoco me voy a extender demasiado en que si la sociedad es la culpable o si las bandas latinoamericanas campan a sus anchas por según qué zonas en las que son los españoles los que se pueden llevar una tunda. No, voy a referirme a la Administración de Justicia.


Resulta que cuando el interfecto es arrestado y comparece ante la juez en Sant Boi, el fiscal de guardia estaba en otro juzgado con otro caso, un delito de narcotráfico. Dada la nula repercusión de ese otro delito, todo indica que se trataba del habitual proceso al camello de poca monta, cuya tramitación acostumbra a ser poco menos que mecánica. Así que lo del fiscal sí que tiene delito, si me aceptan el sarcasmo.


No obtante, premio también para la magistrada, quien, a la vista de lo ocurrido y con la prueba del vídeo en su poder, decidió por su cuenta y riesgo que no era necesario avisar al fiscal. Ni siquiera le animó a hacerlo el que la denunciante se presentara con su familia, sin abogado, ni preparación jurídica para afrontar la situación.


Así que su señoría manda a esa joya de muchacho a la calle por un delito de lesiones con agravante de racismo. Y que nadie me venga con que es lo que recoge la ley. Si el juez ordena prisión preventiva, y argumenta su decisión con coherencia, el mal nacido va para adentro. Que un mes en el talego no le iría nada mal a esta joya, cuyas declaraciones son un ejemplo de educación y arrepentimiento.


De todos modos, a mí lo que me intriga es lo del chaval que iba en el vagón y no arqueó ni una ceja. El chico podría ser argentino, según la muchacha agredida, y desde luego tiene pinta de suramericano, lo que se me ocurre que podría ser razón de más para intervenir.


¿Que se iba a llevar un par de hostias bien dadas? Seguro. Pero hay veces en que uno tiene que hacer lo que tiene que hacer, y ésta era una de ellas. Si se hubiera tratdo de un grupo, lo podría entender, porque a ti te van a currar igual que a la chica. pero si se trata de un único atacante, si te pega a ti no le pega a ella.


Desde luego, no se puede ser más cobarde, sobre todo si atendemos a que, tras la agresión, cuando el vándalo se apeó, el perfecto caballero tampoco se esmeró en ayudar a la menor. A este machote, yo le juzgaba por denegación de auxilio simplemene para que saliera la luz pública y se comiera el marrón.


Sí, lo malo es que puedes acabar como ese chico de Valencia que se metió en una pelea de novios y acabó muerto de un navajazo. Pero si un hijo de perra le pega un navajazo a alguien seguramente hará lo mismo con otra persona por cualquiero otro motivo, así que, desgraciadamente, esa muerte se va a descontar de una manera u otra. Lo triste es que le tocara a ese chaval.


Tema del día: 'Doll parts', HOLE


3 comentarios:

Amanda dijo...

Por mi experiencia, afirmo que para meterse en camisa de once varas de ese tipo hay que ser muy inconsciente. Vamos, que actúas sin pensar, como impulsado. y ese impulso se produce o no. No lo controlas.

¿Ha leído el "Lliri entre cards" de S.Sostres hoy, querido relator?

Sobrevalorado dijo...

La verdad es que intento no leer a tipos de la catadura de Sostres. No obstante, buscaré lo que usted comenta.

Sobrevalorado dijo...

Bien, ya lo he leído. Interesante, por una vez, sí es. Ahora bien, sigo estando en desacuerdo. Una cosa es no reaccionar en décimas de segundo, y otra que la cosa se prolongue, como es el caso. Tuvo tiempo de reaccionar y de pensar en lo que estaba ocurriendo.

Y seguir hundido en el asiento, cuando el agresor se ha ido, y ni mirar a la agredida, resulta cutre y aún más cobarde.