No había sido yo nunca un fan acérrimo de Paul Weller, pero la curiosidad y el ofrecimiento de N. me animaron el viernes a ir al Espacio Movistar a ver qué era capaz de ofrecer el Modfather. Pues bien, salí más contento que unas pascuas después de haber asistido a uno de los conciertos del año.
El recinto elegido suponía a priori un handicap, ya que, si antes estaba en el Fórum, ahora está justo en la otra punta de la ciudad, encima del Camp Nou. Para los que no lo conocen, es una carpa enorme y lujosa, pero carpa al fin y al cabo; vamos, que es desmontable. De hecho, está situado en pleno epicentro de la movida putera y travestona, lo que daba un toque curioso a los aledaños del lugar antes del concierto.
Éste empezó puntual con un sonido diáfano y potente, con lo que queda demostrado que más que recintos insonorizables o no, hay técnicos competentes o no. Weller y su guitarra salieron a escena acompañados de otro guitarrista -ex Ocean Colour Scene, grupo que nunca me dijo nada-, bajo, teclados y batería. Una banda sólida y dúctil que aportó más matices de los esperables al repertorio, basado principalmente en los últimos trabajos del que fuera líder de The Jam.
Los discos en cuestión los escuché someramente la semana pasada y, puestos a ser sinceros, no me dijeron nada del otro mundo. Correctos, ortodoxos y normalitos, la verdad. Mas enorme fue mi sorpresa al constatar que la trasalación al directo hacía ganar enteros a las canciones. '22 dreams' o 'Sea spray' sonaban excelsas, con una interpretación repleta de clase y savoir faire. A la quinta o sexta se acordó de 'Shout to the top', el único rescate de Style Council que sonó, pero vaya uno...
Desde ahí arriba el show no llegó nunca a bajar, y eso que hubo set acústico y todo, con Weller al piano. Una delicia para los sentidos a cargo de una leyenda con 30 años de carrera a sus espaldas y que no se deja vencer por la nostalgia. Ah, y uno de los pocos de su generación -tiene 50 años- que conserva la voz para cantar.
Además de lo bueno y mejor de su carrera como himself, nos legó tres rescates de The Jam: 'Butterfly collector' -que servidor no conocía- en el tramo delicatessen y dos joyas inmortales en el tramo final: 'That's entertainment' y 'A town called malice'. La parrquia, entregada, le vitoreó como lo que es: uno de los más grandes.
Hasta aquí la crónica. Como colofón, un saludo al chaval que vendía las camisetas, y con el que estuve departiendo amigablemente sobre las ventajas de la vida en pareja y el arte de la plancha.
Vídeo del día: 'A town called Malice', PAUL WELLER
8 comentarios:
Las ventajas de la vida en pareja y la plancha? Perplejo me he quedado!
PD: Creo que he vuelto a perder mi identidad... será que el "Nicodenismo" está en crisis?
Sí, suena raro, pero al comprar una camiseta salió el tema de planchar y quién lo hace En fin...
Sobre el nicodemismo, no sé qué decirle.
Es usted un pozo de saber musical, algunos de los grupos que menciona, la mayoría, no los conozco. Parece usted un crítico musical. Yo soy más de libros.
Salud
David
PD: Vengo recomendado por don hostiamor, que no sé si es buena recomendación ;)
Sea usted bienvenido, David. Aproveche para bucear entre las sugerencias que por aquí aparecen, que alguna -espero- será de su agrado. Y viene usted muy bien recomendado, por mi mejor amigo desconocido.
Siento inmiscuirme.
Pues no serán los libros de biología porque esos se le daban bastante mal, Don David. Je, je.
A ver si Sobrevalorado se estira con una impresión futbolística que yo de música me he quedado sin entrada para AC/DC, de series sólo veo Medium y de lo último de cine, Wall-e ya la analizó y Kung-fu Panda supongo que la habrá evitado.
Hola:
Pues yo me he quedado bien contenta al leer la crítica de P.Weller. A mí me gusta mucho Butterfly Collector, por cierto.
Aprovecho para saludar.
Merche
"Lights go out, walls come tumbling down..." Weller es pura clase.
Qué cabrón, has borrado mi comment.
Que era de coña hombre, perdona.
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