miércoles, 31 de octubre de 2007

Resurrección



Muy pocas esperanzas albergaba este bloguero respecto al concierto de Sidonie anoche en la sala Bikini. Actuación a la que, por cierto, había asegurado que no asistiría, pero un súbito impulso -como cuando un desconocido te regala flores- me llevó a tragarme mis palabras. Que no fueron las últimas que me comí, además.


Porque, y vuelvo a lo del principio, mi fe en el trío barcelonés se había casi esfumado. Su último disco, 'Costa azul', me deja un poco frío, con un pop demasiado aséptico para mi gusto, además de algunas letras sonrojantes. Hace algo más de un mes, en el marco de las fiestas patronales de la Ciudad Condal, Sidonie ofreció un bolo en la Plaza Real al que no presté demasiada atención, pero que tampoco me dijo mucho cuando me concentré.


Con estos mimbres, no me hacía muchas ilusiones, pero, a veces, estas noches son las mejores. Ya desde la entrada a Bikini, cuando me colé casi involuntariamente -dos pases y tres personas- ante el cartel de 'no hay billetes', la cosa se animó. Entrar no era tan difícil, no crean, ya que la mitad del aforo o algo así venía invitado por una emisora de radio y el jaleo en la puerta era de órdago.


Por cierto, inciso sobre el público. Más de Bikini que de Sidonie; no sé si me explico. Vale, hablemos de música. Sobre el escenario, y repitiendo la alineación de la Mercè, el trío habitual más un teclista y, atención, un guitarrista añadido. Este detalle no resulta baladí ya que el sonido del combo ha virado hacia una mayor intensidad gracias a la Telecaster del nuevo fichaje.


De este modo, y con una sonorización casi perfecta, las canciones de su último trabajo ganaron enteros y las más antiguas recobraron vigor. Es el caso de mi favorita, 'Feelin' down', o de 'Bla bla bla', con unas guitarras enfurecidas que le sientan realmente bien al últimamente algo adocenado sonido del grupo.


Sobresaliente resultó además la versión de The Velvet Underground que interpretaron para la ocasión. Eso sí, el 'White light, white heat' que bordaron le debe mucho más a la desbocada versión que suele ofrecer David Bowie en sus actuaciones que al original, más monótono, al que puso voz Lou Reed.


Un detalle añadido para que el concierto puntuara alto fue la comodidad. Sí, una palabra poco vinculada habitualmente con Bikini en cuanto se rebasa la media entrada, pero ayer se levantó la persiana que actúa como separación con la sala contigua -habitualmente discoteca salsera, glups- y el personal se pudo poner mucho más cómodo. Servidor y acompañantes, por ejemplo, se acodaron en la barra para seguir el show. Sí, vaya noticia.


A modo de colofón, el grupo salió con el respetable a la calle y nos ofreció un tema en formato acústico subidos a un descapotable, mientras un patrocinador nos regalaba un chisme que aún no sé para qué sirve. El pensamiento científico nunca ha sido mi fuerte.



Tema del día: Feelin' down, SIDONIE


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonito todo y muy cierto lo del pensamiento científico.