Por todo ello, me pregunto si era necesaria la vuelta de Suede a los escenarios siete años después de su última gira. Si hubiese sido para rememorar exclusivamente sus primeros años en un reprobable por nostálgico remember, vale; pero tocar en vivo un grandes éxitos de inminente aparición en el mercado no parecía a priori que constituyese una deuda con sus seguidores. Como acostumbro, estaba equivocado.
Porque, como dijo el filósofo, el público ha cambiado. Una horda juvenil chillona y saltarina que antes saldría de casa sin pantalones que sin su móvil con cámara ha reemplazado a los viejos fans para satisfacción de la banda y horror mío. La nueva versión de la chusma que acude a conciertos ha reemplazado el mechero en alto en las baladas por enseñar a la concurrencia el iphone o la blackberry en todas las canciones.
Viene esto a colación porque, aparte de la lógica incomodidad que supone estar rodeado de tal gentuza -sala llena, entradas agotadas- no deja de sorprenderme que se reciba y coree igual una chusta como 'Everything will flow' que una joya imperecedera como 'The wild ones'. Como decía antes, la banda supongo que encantada de ser recibida como en sus mejores tiempos. Formación segunda época -quinteto y sin Bernard Butler a la guitarra-, con protagonismo exclusivo para Brett Anderson, que sigue poseyendo una voz estupenda. El repertorio me pareció mejorable, aunque si vienes a presentar un greatest hits entiendo que no te salgas mucho del guión.
Así, hubo intensos momentos de inspiración como 'Animal nitrate', 'The drowners', o 'She' y otros de paroxismo generalizado entre el respetable como 'The beautiful ones' y 'Trash'. Eché en falta una de mis favoritas -'We are the pigs'- pero obtuve a cambio el gustirrinín íntimo de volver a escuchar en directo una de mis 10 canciones preferidas de todas las épocas, la inmortal 'So young'.
Los Suede de 2010 suenan bien y ofrecen un buen concierto. Sin embargo, todo me parece correcto y bien ejecutado, que no emocionante como antaño. Ese Brett subido a los monitores brazos en cruz y micro en mano actúa como todo un profesional, pero no atisbo ni rastro de la magia que atesoraba hace unos años, eso que hacía que se te pusieran los vellos de punta. Imagino que eso pasa con todos los artistas, pero con éstos me toca la fibra sensible el asunto, supongo porque aún recuerdo la noche en que me quedé mirando la radio con cara de bobo cuando sonó 'So young' en Radio 3.
Vídeo del día: 'Killing of a flashboy'
6 comentarios:
"...ha reemplazado el mechero en alto en las baladas por enseñar a la concurrencia el iphone o la blackberry en todas las canciones..." coño, no puedo estar más de acuerdo!
Ni recordaba ya a Suede... ha molado recordar sus canciones!
Salud
David
Creo que, lamentablemente, adhiero en todo lo suscrito ahí arriba, sin poder evitar una sensación de pena, inevitabilidad y resignación ante una banda como Suede que han marcado casi toda mi vida desde que los escuché por primera vez de extraperlo ( nunca olvidaré la sensación de estar decubriendo algo totalmente prohibido) al escuchar al final de una cinta de cassette de mi hermana - cuando aun se grababan cintas con las canciones que ponían en la radio!- "Animal Nitrate" y sentirme totalmente atrapada por algo que no entendía, ajeno a todo lo que había en mi mínima estantería de discos, pero que me llamaba a gritos y que tenía que descubrir como fuera.
A partir de ahí, debo decir que en mi infancia más pre-puber, si es que eso es aplicable hoy en día, Suede ha sido una de las bandas sonoras de mi vida, y la sensación que recibí como un zarpazo en el concierto de Barcelona del viernes distó bastante de todo aquello.
No era la primera vez que los veía en directo, pero creo que de alguna forma esperaba un "Greatest Hits" vociferado desde el escenario, pero me encontré en una cola de seguidores que en las primeras filas se confundían fácilmente con fanáticos de Tokio Hotel ( fue una de las coñas que mantuve con mi acompañante, que en un principio parecía graciosa, luego en la sección de coreos indiscriminados se tornó odiosa).
Sufro también el síndrome de anuncio de fontvella vs "Everything will flow", nunca entendí como eso podía ser un single digno para cantarse sobre un escenario en decrimento de joyas como "The Asphalt World", " The 2 of us", " Still life" o tantas otras.
La fuerza de Brett sigue imparable, tiene tantas tablas que se merienda sólo una sala de conciertos como si fuera un mero tazón de gazpacho recien triturado y nosotros pequeños tomates esperando su cuchilla a ras de sudor, pero en un punto, lo que no quita que el concierto fuera un disfrute enteramente, me quedó el mal sabor del karaoke sobreactuado, indiscriminado...eche de menos el mimo de recordar los viejos himnos que merecían un puesto indiscutible dejando de lado los pogos adolescentes.
Quizás sea un punto de vista demasiado totalitario, pero cuando llevas media vida a ritmo de un grupo, se te queda ese pequeño resquemor de haber asistido a una sopa de letras prediseñada...
Si de acuerdo...no son lo que eran pero yo me quedé encantada de poder verlos al fin, a saber si los volveré a ver, que a ciertas edades una ya no sabe. Un honor compartir el concierto con un Honoris Causa de la música
Sexy Brett
Me ha gustado mucho lo que dices al final sobre mirar la radio con cara de bobo cuando escuchabas algo que te rompía los esquemas. Qué tiempos los de la antigua Radio 3, que te descubría grupos, canciones, libros o películas.
La reflexión final de Ana también merece un pulgar arriba.
Saludos
elpaseante
1.- Hemos de ir a un concierto juntos, amigo David. Preferiblemente a algo que no nos guste para poner a caldo a la masa ignorante.
2.- Muchas gracias por su contracrónica, aunque estemos de acuerdo en casi todo.
3.- Espero que no llame usted honoris causa a mi menda lerenda, amiga Suna. Me han llamado de todo, pero eso no sé si tolerarlo.
4.- Pues sigue siendo sexy el cabrón. Seguro que ya ni se acuerda de la tontería aquella de "soy un bisexual que nunca ha tenido una experiencia homosexual".
5.- Qué tiempos los de la radio musical en general, amigo paseante.
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