Por lo demás, el bolo de BRMC no difirió mucho del ofrecido en la misma sala hace tres años. Desde entonces, han editado un directo, un disco de desvaríos instrumentales y un nuevo álbum con temas frescos. Estas canciones mantienen el doble perfil que hasta ahora sigue el trío que empezó su trayectoria como cuarteto: guitarras distorsionadas a lo The Jesus and Mary Chain pero a más velocidad, y blues acústico y rural, áspero y con raíces. Un acierto, porque dos horas de barahúnda a todo meter acaban con la disposición del más animoso. Destaco lo de las dos horas porque su anterior concierto se extendió hasta las dos horas y media, lo que debería estar penado por la ley. Recuerden, menos es más.
Acabo. Pocas sorpresas, bolo previsible pero sabroso, faltó su segunda canción más conocida, 'Love burns' -la primera es ésta-, y cuento los días para que entre en vigor con todo rigor la ley antitabaco, porque algunos ambientes son asquerosos.
Vídeo del día: 'Ain't no easy way'
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Parafrasea, parafrasea
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