Tristeza y belleza son las dos palabras más recurrentes que asoman a mi mente cuando escucho a Tindersticks, un grupo que ha sabido esquivar el anclarse en el cortavenismo para abrirse a sonoridades más próximas al soul y las torch songs. En Apolo presentaban su octavo álbum, 'Falling down a mountain', y resultó ser su entorno ideal, después de haberles visto en directo en un teatro, en un jardín al aire libre, en un gran festival y en una sala de conciertos grande y fría. Aforo al 80% y una vieja amiga del blog, la simpar M., entre el respetable.
David Kitt es un nombre que me dice más bien poco. Ahora sé que se ha incorporado a Tindersticks como guitarrista de apoyo en esta gira y que además telonea a la banda con sus propias canciones. No me pregunten qué tal, porque no llegué a escucharle, pero el aspecto del tipo -parecía el bajista de los Dire Straits- hacía presagiar lo peor. Por suerte, casi a la hora señalada, el ahora trío -aunque septeto en directo- salió a escena y arrancó una de las mejores y mas emocionantes veladas musicales que recuerdo. En este caso no llegó a asomar ninguna lágrima, pero la piel de gallina fue una constante.
Alternando nuevos temas -hasta siete de 'Faling down a mountain'- con los clásicos imperecederos de sus dos primeros trabajos, Stuart Staples y compañía maravillaron a la audiencia moviéndose del registro trágico tipo 'la vida es una mierda y voy a matarme esta noche bebiendo absenta' a doloridos cantos al desamor que mantienen aún un mínimo resquicio para la esperanza. Clase y sensibilidad de la mano.
En primera fila, Staples, que empleó la guitarra en casi todos los temas, flanqueado por el guitarrista y el saxofonista-violonchelista que le acompañan en la formación original desde hace casi dos décadas. Además, la alineación se completaba con batería, bajo, guitarra -el citado David Kitt- y teclista. Una banda capaz de bordar la interpretación de 'Raindrops', la canción más triste del mundo -o la más bonita, aúno lo tengo claro- elevándola desde un lamento a media voz hasta un clímax sónico que hacía temer por el cielo sobre nuestras cabezas.
Pocas joyas de su catálogo quedaron fuera. Sonaron 'Tyed', 'City sickness', 'Bathtime', 'A night in' y la tanda de bises prevista -los setlists de conciertos previos se encuentran por internet- se convirtió en dos. Fue una de esas ocasiones -extrañas por reales en estos tiempos tan demagogos- en que notas que los músicos se hallan tan cómodos y arropados que se quedarían toda la noche sobre el escenario. El remate llegó durante la que parecía ya la retirada definitiva; mientras sus compañeros hacían mutis por el foro, Staples se colgó la guitarra de nuevo y, sin consultar con nadie, arrancó un 'Tiny tears' al que los demás se tuvieron que sumar. Inolvidable.
Vídeo del día: 'Black smoke', TINDERSTICKS
4 comentarios:
Buen título. A la crónica le falta algo de calor para mi gusto, pero me he hecho una idea aproximada idea de cómo fue el concierto. Lástima no ir.
Saludos
elpaseante
L'emoció que vam sentir en aquell concert difícilment es pot plasmar en un post. Llàstima no haver-hi anat paseante.
Simpar M.
Odio y destrucción!!! Me hubiera encantado ir pero no sabía que día era. Por mi bien, espero que te equivoques y que no haya sido tan bueno.
No me había fijado casi hasta ahora en tindersticks, pero he abierto algún enlace de la crónica y me estoy empezando a interesar. Lo de la emoción que apunta simpar M (gran nick) me pone los dientes largos.
saludos
elpaseante
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