lunes, 22 de noviembre de 2010

... y en directo



Los conciertos en domingo deberían estar prohibidos. Y dos domingos seguidos, más. Y si además este mes hay un carrusel de conciertos que no acaba nunca, pues... En fin, ayer era domingo y tocaba aplicar la prueba del algodón en directo a Arcade Fire. Por si alguien no quiere leer todo el texto, avanzo mi conclusión: son el mejor grupo para todos los públicos del mundo.

Parecía un reto imposible llevar a los canadienses a un recinto como el Palau Sant Jordi. Efectivamente, era imposible. Llenarlo, quiero decir. Así que un telón cerraba la grada de un fondo dejando para el respetable las dos gradas laterales -repletas- y la pista, espacio éste donde se estaba razonablemente cómodo. Calculo unas 9.000 almas e inicio ahora el no por tradicional menos reclamado apunte de sociología barata.

Mientras en las gradas -repletas- se acomodaba el personal más talludito, el fregao estaba habitado en gran parte por ese tipo de gente que se pasa el concierto de espaldas al escenario porque lo que mola es la fiestuqui con los coleguis, que celebra cada inicio de canción como si todas fueran la mejor que han oído en su vida, que no se entera de nada pero lo graba todo brazo en alto desde 50 metros sin apenas luz, que a la que no conoce una canción empieza a contar en alto que anoche se tomó cinco copas y su colega sólo cuatro el muy moñas, ja ja ja...

Así que había que situarse con cuidado calibrando si el vecino era cretino o imbécil, como ha atestiguado en el anterior post el amigo David. Al menos, en la pista era el sonido era más que correcto, a diferencia de la grada, donde se escuchaba una bola de sonido empastado. En lo visual, una acertada escenografía con un modesto pero efectivo set de luces y una pantalla tras la banda que jugaba con tomas de la actuación y proyecciones varias.

Al lío. Con tres discos que no bajan del notable, el repertorio eran todas bazas seguras. Desde 'Ready to start' -lógicamente, la primera- hasta el bis con 'Keep the car running' y 'Wake up', Arcade Fire jugaron al límite del reglamento, con un despliegue de entrega e intensidad pocas veces visto por quien esto escribe. Eso no garantiza un buen concierto, porque además hace falta un arsenal de canciones redondas y una actitud que no caiga en la grandilocuencia. Eso, sin ir más lejos, les diferencia de un famoso cuarteto irlandés y del novio de Gwyneth Paltrow.

Hubo peros, como cada vez que canta Régine Chaffagne, con ese registro vocal tan próximo a Björk y tan cansino. Asimismo, aunque no sea especialmente grave, me pregunto si es necesario intercambiarse los instrumentos a cada canción como si estuvieran jugando a las sillas. Y para seguir con los instrumentos, añadiré que las dos violinistas resultan prescindibles la mayor parte del concierto y que aún no entiendo para qué sirven dos baterías tocadas al unísono.

Con todo, son un huracán en plena forma. Adictivo, contagioso. Y arremeten con 'Rebellion (lies)' y gritas, cantas, saltas -el que pueda- como el resto de borregos a tu alrededor. Sí, amigos, los canadienses tienen tal poder de convicción que acabas convertido tú también en borrego. Pero feliz.

Vídeo del día: 'No cars go', ARCADE FIRE

3 comentarios:

Yol dijo...

Celebrémoslo!

truco o trato dijo...

A ver si es que ya eras borrego antes y no te habías enterado

Anónimo dijo...

El grupo que, ahora mismo, tiene eso que la gente llama estado de gracia. En 2018, más de la mitad de sus conciertos seguirán siendo canciones de sus dos primeros discos.

Saludos

elpaseante