viernes, 8 de junio de 2007

Dios y anfetas



Como la constancia no es la mayor de mis virtudes, he tardado casi 10 meses en concluir un libro que me regalaron -gracias- en las postrimerías del pasado verano. 'Man in black' es la autobiografía de Johnny Cash, publicada originalmente en 1975 y que Ediciones Acuarela lanzó en español el año pasado. El cantante falleció el 12 de septiembre de 2003, a la edad de 71 años, así que aún vivió más de un cuarto de siglo después de recopilar su vida y milagros.


En 1997 se editó 'Cash: the Autobiography', un volumen que recoge lo básico del anterior y actualiza su trayectoria, pero que -por lo que me he documentado- carece del tono sincero y descarnado de 'Man in black'. Porque al bucear en sus recuerdos, el Hombre de Negro no esconde sus dos grandes tormentos: Dios y las anfetaminas. De hecho, éste es el mejor resumen de la obra.


No he visto aún 'Walk the line', el biopic en que Joaquim Phoenix y Reese Whiterspoon interpretan a Johnny Cash y June Carter, porque me negué a ir al cine a ver un film sobre Cash en el que canta otro. Y eso que he escuchado varios temas y los dos actores cantan condenadamente bien, pero... no es eso. Las pelis sobre los Doors o Jerry Lee Lewis sólo se sostenían porque cantaban los genuinos Jim Morrison o Jerry Lee, si no, serían un crimen contra la Humanidad.


Bien, volvamos a la tinta impresa. Si alguien es aprensivo con la cuestión de los fármacos, éste no es su libro. Y no hay polvos esnifables ni jeringuiillas, sólo pastillitas de todos los colores posibles. Porque el autor de 'Give my love to Rose' no hacía distingos, se las tragaba todas y llegaba al extremo de esconderlas dentro de la guitarra para que ni la policía ni sus allegados se las encontraran.


El otro gran tema sobre el que gira el libro es Dios y la importancia de la fe como tabla de salvación. A un españolito le suena un poco a chino, pero el viejo Johnny era un genuino redneck, un paleto sureño, vamos, y en el profundo Arkansas la palabra del Señor era cosa seria en los 50 y los 60. Sí, y ahora posiblemente también.


En este sentido, las historias de lágrimas y plegarias suplicantes serían un poco bochornosas si no fuera porque no son ninguna pose. De no ser por haber visto la luz del Señor, el rey del country-folk-rock llevaría criando malvas muchos más años.


En cuanto a la música, la historia de cómo grabó en una cárcel Folsom prison blues resulta de lo más escalofriante. A día de hoy suena extraño, pero Cash se convirtió en una leyenda de los desarraigados a finales de los 60 con sus conciertos en Folsom o San Quintín. La aristocracia rock de hoy en día, en cambio, actúa para la familia real británica. En fin.


Y para cerrar, un consejo musical: Si no son ustedes muy del country -anímense, hay de todo-, prueben con los discos de la serie 'American recordings' que un crepuscular Cash registró en los años 90 con acompañamiento mínimo bajo la batuta de Rick Rubin. Su versión de 'Hurt' de Nine Inch Nails es lo más desolador que quien escibe ha escuchado nunca, junto al 'Atmosphere' de Joy Division.


Tema del día: 'I walk the line', JOHNNY CASH


3 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por recordarme que tengo que escucharlo más a menudo

Anónimo dijo...

un gesto muy miqui puig, por cierto, el del viejo Johnny

Anónimo dijo...

pedro amaba las pastillas / rojas, verdes y amarillas....