lunes, 25 de junio de 2007

Madrid no está tan lejos



La velada con los Rolling Stones del pasado jueves me dejó tan reconciliado con la Humanidad que han tenido que pasar unos días para que la necesidad de escribir me empujara a plasmar lo visto y escuchado. Vamos, que me gustó. Algunos pensarán 'qué raro'; pues se equivocan, que yo soy muy crítico con el Barça y con los Stones. Pero, ¡qué demonios!, si suenan mejor ahora que en los 90 -ésa es mi teoría- habrá que decirlo.


Por partes: Que si el aforo era del Estadio Olímpico era de 50.000 personas, luego de 42.000, que si quedaban pocas entradas, que si luego faltaban 8.000 por venderse... Los promotores de los grandes conciertos saben latín cuando las cosas no van como cabía esperar y hay que aprovecharse de los medios. En fin, que la subida a Montjuïc ya resultó sospechosa por el escaso tráfico, y la constatación llegó al acceder al recinto una hora antes de que salieran Jagger y compañía. Unas 35.000 personas, según mis propios cálculos, asistieron al show.


El resultado era que se estaba realmente cómodo dadas las dimensiones del lugar. Hasta conseguir la cerveza que dispensan los vendedores-astronauta resultaba sencillo, sin las colas de otras ocasiones. Por los teloneros no me pregunten, que ya avancé que no pensaba verlos. Bueno, pude escuchar la última canción de los escoceses Biffy Clyro. Si usted no sabe quiénes son, no se preocupe. Seguramente, no volverá a saber de ellos. Y no se perderá nada.


Inciso extramusical: Sobrevalorado y sus acompañantes se situaron frente al escenario y al lado de la mesa de sonido, por donde pululaba un Javier Bardem que enloqueció en la recta final del concierto. Antes, una rubia se ocupó de que el actor enloqueciera, pero por otros motivos.


A lo que iba. Con 10 minutos de retraso, fuera luces, la megapantalla de vídeo empieza a jugar con el logo de la lengua, música in crescendo... hasta las consabidas explosiones y llamaradas que preludian 'Start me up'. El sonido, poderoso pero confuso al principio, fue mejorando avanzaba el espectáculo, con la salvedad de 'Tumbling dice', que sonó horrorosamente con unos vientos saturadísimos.


En cuanto al repertorio, las predicciones de este su blog se cumplieron prácticamente todas. Salvo algún cambio de orden -como el rush final-, el repertorio se ajustó al guión con las salvedades de 'Ain't too proud to beg', un tema de los Tempatations que los Stones ya incluyeron en el álbum 'It's only rock'n'roll' (1974), y el recurso a un segundo tema de su último disco. Esta balada, 'Streets of love' -que reemplazó a la clásica 'Waiting on a friend'- fue lo peor del bolo para quien esto escribe.


Ahora, las buenas noticias. Jagger canta realmente bien para la edad que tiene y lo que se mueve. Cantantes de rock más jóvenes que él están mucho, pero que mucho, peor de voz. Las guitarras sonaron feroces, sucias, stonianas en resumen. Y Charlie Watts -batería- y Darryl Jones -bajo- cumplieron con solvencia como acostumbran.


Saxos y coros, por su parte, respaldaron con distinción a las estrellas con especial mención -una vez más- para Lisa Fisher, la vocalista. Se comió a Mick en su dúo en 'I'll go crazy', la canción de James Brown que cumple el papel que en otras giras correspondía a 'Gimme shelter'.


Repasando el menú, entre los platos que no estaban claramente decididos, los Stones cocinaron unos deliciosos 'Let's spend the night together', 'Rocks off' o 'Midnight rambler'. Para mi disgusto, no obstante, incluyeron 'Miss you' dejando así fuera 'It's all over now', que es como poner a Salva Ballesta y mandar a Messi al banquillo.


En esto, que cantó Keith. Abrió con 'You got te silver', un blues vaquero cosecha del 69 al que no le vienen bien los grandes recintos, pero que el guitarrista masculló como si estuviera en un club bebiendo con Tom Waits. Después, 'Wanna hold you', que no es la mejor de las piezas de r'n'r cantadas por Richards y grabadas por el grupo. Un 'Happy o un 'Little T. & A.' hubieran soliviantado más al personal.


Para cerrar, cambiaron el orden y adelantaron 'Jumpin' jack flash', que sonó como nunca la ha escuchado servidor en directo. Desde 1990, que yo recuerde, siempre la han tocado con la sección de viento reforzando la parte final. Esta vez, no. Keith arañando la Telecaster como un poseso y Ronnie respaldándole mientras Mick recorría los laterales del escenario enardeciendo a la multitud. Ése es mi recuerdo mágico del concierto.


Luego, un enorme 'Brown sugar' y el bis con 'Satisfaction'. Dos horas justas. Antes, los Stones alargaban las canciones de la recta final y los conciertos se extendían hasta las 140 minutos. Ahora, menos es más. Será porque Richards luce una prominente barriguita o porque Jagger necesita oxígeno, pero cumplen con creces. Por mí, que vengan cada año. Cada vez seríamos menos gente nosotros y ellos más ancianos, pero cómo nos lo pasaríamos. Ah, el jueves 28 tocan en Madrid. Mmmm...


Tema del día: 'Midnight rambler', THE ROLLING STONES

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ayyyyyyyyyyyy, qué envidia

Anónimo dijo...

A Madrid, primero los Stones y luego a la Cibeles

Nacho dijo...

Estuve en San Sebastián y me lo pasé en grande. Me hubiese gustado que tocasen "Midnight Rambler" o el "You Can't Always", pero nos sorprendieron con el "Can't You Hear Me Knockin'" y tan contento.

¡Vibrante!

Anónimo dijo...

Ohhhhhhh... Los Stones y Donosti en el mismo pack, qué suerte