Ya falta menos para acabar con esto, como le dijo... da igual. A lo que iba, la última y sabatina jornada del Primavera Sound, en la que hubo de todo, como en botica. En esta ocasión, mi menda lerenda no pisó el festival hasta las 8 de la tarde, que los excesos acumulados pasan factura. Fue llegar y escuchar al Grupo de Expertos Solynieve, que tocaban en el mismo escenario en que lo hicieran Sr. Chinarro y que de madrugada se destinaba a los sonidos electrónicos. Pero como los vi hace unos meses y el entorno les venía algo grande me fui con la música a otra parte.
Y nunca mejor dicho, porque al escenario en el que actuaban Architecture in Helsinki llegaban las melodías de los granadinos con nitidez. Cuando los AIH tocaban, todo iba bien, pero entre canción y canción nos llegaba la voz de J -sí, el de Los Planetas, que tiene otra banda- tanto al público como a los músicos, que se lo tomaron con resignación.
Por lo demás, muy buen show de AIH, que sobre las tablas remiten a Talking Headas, The B-52's o Arcade Fire. Divertidos, bailables y creativos como deberían ser todos los grupos de pop. Ý con una gran canción: 'It's five'. Lástima del sonido invasor.
De ahí al escenario grandote a ver a Patti Smith. Bueno, en principio a escuchar, que servidor y amigotes optaron por cenar en lo alto de la explanada situada justo en frente de la neoyorquina. Mientras devorábamos los bocadillos escuchando tanto sus clásicos -'Set me free'- como las versiones ajenas -'Gimme shelter'- que contiene su nuevo trabajo, la sensación era que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Inciso desagradable: la Smith suelta unos gargajos de órdago. Las cámaras y mi amigo D., desde la zona de los foteros, lo atestiguaron. Bien, ya cenados, y más próximos a las tablas, dimos fe del poderío de Patti, que clavó 'Smells like teen spirit' en clave unplugged y enardeció al respetable con 'Gloria' y 'Rock'n'roll nigger'. Grande, muy grande. Nadie debería morirse sin ver a Patti Smith en directo.
A continuación, The Good, the Bad and the Queen: el supergrupo formado por Damon Albarn (cantante de Blur), Paul Simonon (bajista de The Clash), Simon Tong (guitarrista de The Verve) y Tony Allen (batería de Fela Kuti, entre otros). Su bolo, en el mismo escenario que AIH, tuvo también el problema del sonido fugitivo, sólo que, horrorícense, la fuente emisora era en este caso el grupo vasco Lisabö, una chapa ruidista de cuidado.
Pero Albarn, mordaz y con chistera, evitó lamentarse y dio paso a un show sublime, que quizas hubiera precisado un recinto más íntimo, pero sublime al fin y al cabo. Cantó bien y aporreó con ganas el piano, mientras que sus socios dieron fe de por qué son perros viejos en este negocio. Tocaron íntegro -creo- su álbum homónimo, esa amalgama de dub, soul, pop y funk que en directo propició sin embargo división de opiniones. A mi tocayo y a mí nos fascinó. A otros, no.
El siguiente paso hubiera sido, lógicamente, Sonic Youth. Pero, ay, a mí no me gustan, lo que supongo que me desacredita como opinador en todo lo referente a rock independiente. La verdad, querida, es que me importa un bledo (cita cinéfila). Admito y entiendo su relevancia como motor e inspiración de propuetas coetáneas y posteriores, pero soy incapaz de disfrutar con su música. O me aburren o me dan dolor de cabeza. Así que hubo que vagar -sin suerte- en busca de algo interesante.
La siguiente escala de renombre, los Buzzcocks, podrían haber salvaguardado su leyenda quedándose en el pub de al lado de casa. ¡Dios, qué horror! Vaya manera de destrozar un glorioso repertorio de punk pub rock. Al escuchar cómo desfiguraron 'Ever fallen in love' me sobrevino un bajón del que ya no me acabé de recuperar.
En esto, que ya eran las 2.20 de la mañana y salen Wilco a escena. Banda genial, horario pésimo. Entre que su música -maravillosa- no es la alegría de la huerta y el cansacio de tres días, no lo disfruté. Es más, en ocasiones no atendí mucho y hasta me perdí trozos del concierto, como el final. Sí, soy lo peor. Prometo redimirme en cuanto vengan a tocar en otro tipo de marco.
Los Klaxons, la propuesta cañera y guitarrera para cerrar, se habían cáido del cartel, así que los neoyorquinos Battles, de los que ignoraba todo, ocuparon su lugar. Ahora ya sé algo de ellos, que ni fu ni fa. Así que las propuestas electrónicas acabaron por ser, una noche más, el cierre a una larga jornada de conciertos.
Pero no teman. Aunque el PS acabó, otras propuestas amenazan desde el calendario: Fangoria -sí, again- en Cornellà, La Habitación Roja -sí, también again-, el Sònar, los Stones... Uf, qué cansado estoy y qué poco me quejo.
Tema del día: 'Herculean', THE GOOD, THE BAD AND THE QUEEN
2 comentarios:
"lo que supongo que me desacredita como opinador en todo lo referente a rock independiente", dice usted sobre Sonic youth. Muy cierto, cambie ya sobrevalorado por desacreditado.
opino igual. sonic youth son una pesadez y hay que decirlo clar i català
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