jueves, 10 de mayo de 2007

And the Oscar goes to...



Anoche se entregaron en Madrid los Premios Ortega y Gasset de Periodismo, que concede anualmente el Grupo Prisa en un acto fastuoso lleno de gente importante. No, no me feliciten, que no es el caso. Precisamente voy a eso: no a que no hayan distinguido a un servidor, sino al contrasentido de que existan premios de periodismo.


En un mundo perfecto, el ideal periodístico sería contar las cosas desde el rigor y la objetividad, contrastando la noticia y apartándola de intereses propios al difundirla. Bien, mi crítica no es que vaya contra los Ortega y Gasset en concreto, sino contra los galardones en general, pero, tomando ese ejemplo ¿alguien se imagina que premiaran una investigación de, pongamos 'El Mundo', que revelara un hipotético pelotazo de Polanco a cuenta del erario público? ¿A que no?


Seamos claros. El que da un premio de periodismo premia lo que quiere premiar. No sé si me explico. Vayamos con esos ayuntamientos o consejerías autonómicas que premian "trabajos que glosen la realidad" del municipio o departamento en cuestión. Como que te van a premiar si les pones verdes o descubres que el cuñado de la consejera edificó en una zona verde.


En este campo concreto, mis favoritos son los de salud. Los de trasplantes, sin ir más lejos, que loan artículos o reportajes dictados casi al pie de la letra por el responsable del hospital, consejería u organismo que sea. Es decir, 3.000 euros para quien mejor escriba cual dictado de colegio lo que la autoridad sanitaria quiera vender a la opinión pública. Y si hay testimonios de enfermos que ilustran las ventajas del programa o tratamiento en cuestión, miel sobre hojuelas. Que sí, que es por una buena causa, pero el periodismo también lo es. O no.


Y sí, los sanitarios están bien, pero mis preferidos absolutos son los de la Junta de Andalucía. Claro, porque los conozco muy bien. Y no tanto por haber trabajado allí como por compartir oficina durante años con un jurado habitual de estos galardones. Para empezar, algo inherente a la mayoría de premios y que a mí me daría vergüenza ajena: hay que presentarse. Es decir, no es que tu trabajo haya calado en el público o en la profesión, no. De lo que se trata es de vender la moto a toro pasado.


Porque hay cada uno... Un histórico del periodismo sevillano presentaba cada año su investigación sobre un crimen no aclarado de los años 80. Una vez por año convencía -supongo- a su periódico para que le publicaran el mismo perro con distinto collar para así poder presentarlo al premio. Y las deliberaciones del jurado eran del tipo: "A ver, ¿a quién le toca este año?". Créanme, que mi fuente es más fiable que la de Díaz de Mera.


Y además para qué presentarse, sobre todo los fotógrafos, si desde hace años no se distingue otra imagen que no sea de la un magrebí o un subshariano -había escrito morito y negrito pero suena fatal- pasándolas canutas para cruzar a la Península primero y a las Canarias después. A la de arriba de este texto me remito.


Por cierto, hay premios dirigidos a blogs. Qué nervios...



Tema del día: Help me Rhonda, BEACH BOYS


1 comentario:

Anónimo dijo...

¿ya te estás postulando?