jueves, 22 de marzo de 2007

Todo por la pasta

La noticia musical de hoy señala que The White Stripes se unen al cartel del Primavera Sound. Como la web de la banda indica que tienen sendos bolos en Alemania el viernes y el sábado de ese fin de semana, todo apunta a que tocarán el jueves. Claro que para ese día se anuncia, aunque no esté confirmada oficialmente, la actuación de otro cabeza de cartel: Smashing Pumpkins. Los dos juntos en jueves -jornada inicial con sólo la mitad de escenarios en marcha- no lo acabo yo de ver, pero... nunca se sabe.

La batalla entre promotoras para traer a los artistas de mayor relumbrón se ha cobrado una pieza de renombre, de eso no hay duda. Entre FIB, Summercase y Primavera, difícilmente va a quedar alguna gira de campanillas -los Stones no cuentan; sí, habrá gira europea en verano, dicen- fuera de un festival. Estos maratones de estrellas tocando una detrás de otra, con shows normalmente más cortos que en solitario ¿son buenos o son malos?

Este juntaletras, tras larga reflexión, decide que es bueno. Y el motivo principal no es otro que el pecuniario. Tomemos como ejemplo el Summercase, que se celebra tanto en Madrid como en Barcelona, dura dos días, cuenta con cuatro escenarios y resulta menos especializado que el Primavera. El precio actual del abono es de 85 euros; subirá a partir del 15 de abril. Bien, entre los artistas programados, unos cuantos visitarán en breve Madrid y/o Barcelona para actuar en salas o lo han hecho hace relativamente poco.

Enumeremos y añadamos el precio del concierto en sala: LCD Soundsystem (18 euros), Scissor Sisters (30), Jarvis Cocker (22), Kaiser Chiefs (20), !!! (20), Lily Allen(20). Y no entro en el robo añadido de los gastos de emisión. Vayamos ahora a lo que costaría ver en directo a gente como PJ Harvey, Arcade Fire, The Jesus and Mary Chain o Air. ¿Menos de 25-30 pafias cada uno? Ni en broma.

Vale, acepto que no es lo mismo ver a una banda en un recinto amplio que en la intimidad de una sala. Profundicemos en la supuesta comodidad de una sala: a menos que el artista sea ignoto, y no es el caso, apretujón asegurado. Que no quieres morir aplastado, te alejas hacia la barra o un lateral. Lástima que esos lugares, además de no estar tampoco vacíos, en la mayoría de los casos cuentan con el hándicap de las inevitables columnas. Y ahí, además, se oye más a la gente pidiendo copas que a los músicos sobre el escenario.

En un festival, habitualmente, si quieres tener a un tío sudado sobre tu chepa, te vas adelante. Si no, puedes paladear el sonido desde cierta lejanía con una capacidad de maniobra sensiblemente mayor. Que quieres beber, vas a la barra. Que quieres otra cosa, vas al baño. Que estás cansado, te sientas en el suelo. Sí, amigos, un festival es un gran invento. Para los que nos hacemos mayores, sobre todo.

Tema del día: 'I Just Don't Know What To Do With Myself', THE WHITE STRIPES

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos,
Ana :)

Anónimo dijo...

...tras muchos años sin acudir a tales eventos volví hace casi uno a disfrutar de la música al aire libre, experiencia apasionante sobretodo cuando tus acompañantes dirigen tus pasos entre la gran diversidad de artistas y escenarios. La compañía es otro aspecto importante a tener en cuenta, vas a pasar muchas horas, puede incluso que se te haga de día junto a ellos.

Anónimo dijo...

Tú tienes que haber ido a muchos porque lo has clavado, tronco.

Saludos

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en casi todo, pero especialmente en lo de las pelas. Los conciertos en salas se están convirtiendo en un robo.

Anónimo dijo...

Mucho hablar, pero se te vio el sábado por Madrid de aquella manera. Comiendo setas, descojonado, en fin