Rafael Amargo ha armado una buena en Santa Cruz de Tenerife. Resulta que el Ayuntamiento chicharrero le ofreció dirigir la gala de elección de Reina del Carnaval y el sarao terminó como el rosario de la aurora. La cosa empezó con el bailarín proclamando que no quería gordas en el escenario y terminó con la presencia sobre el mismo, a iniciativa de Amargo, de artistas de renombrada carrera como Belén Esteban o Bibiana Fernández.
Y claro, como la gente es muy suya, y quiere su Carnaval de toda la vida y no un remedo de 'Murcia, qué bonita eres', la velada degeneró en insultos y boicoteo de comparsas y murgas. El consistorio, que eligió al danzarín sabiendo que conocía tanto de la fiesta como de la pesca del congrio, admite que erró y que todo ha sido un despropósito.
La moraleja viene a ser, niños y niñas, 'Manolete, ¿si no sabes torear para qué te metes?' y resulta aplicable tanto a Amargo como a los políticos de turno que juegan a tener ideas geniales con idea del contribuyente. A mí, el Carnaval no me gusta especialmente, pero sé por experiencia que con el festejo mayor de una ciudad sus habitantes no bromean.
Sobre el Carnaval -en sitios como Cádiz o Tenerife-, la Feria de Abril o las Fallas, vengo sosteniendo desde hace años que son la mejor ocasión para escapar de la ciudad en cuestión. Si la Nochevieja ya me resulta insufrible -millones de personas que no salen nunca intentando recuperar el tiempo perdido arrasando calles y bares-, estos festejos de una semana aún me resultan peores.
Y lo peor es que te toque debajo de casa. Después del conflicto vecinal en Tenerife con intervención judicial incluida, el Gobierno canario, cateto él, quiere vulnerar los derechos fundamentales recogidos en la Constitución para legislar que, en Carnaval, la normativa sobre ruido no rige. Me sorprende que semejante sandez no se les haya ocurrido antes a los ayuntamientos de Sevilla o Barcelona. Bueno, démosles tiempo.
Tema del día: 'Me sobra Carnaval', LOS ENEMIGOS
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