¿Autobiografía? ¿Metaliteratura? ¿Dietario? ¿Paja mental? Todo ello define 'Hotel Tierra', el nuevo libro de Sabino Méndez, el hombre que abjuró de ser una estrella del rock doméstico para convertirse en escritor. Según la web del autor, se trata de su cuarta obra publicada, aunque mis pesquisas encuentran sólo dos precedentes: 'Corre rocker' y 'Limusinas y estrellas'.
El volumen que nos ocupa me ha provocado una curiosa amalgama de sensaciones. En ocasiones, he cerrado el libro y me he dicho en voz alta "¡Este tío de qué va!". Bien, no es una reacción muy intelectual, pero sí muy mía en casos como éste. Y por el contrario, otros pasajes me han enganchado de tal manera que he sufrido despistes con la comida en el fuego, la ropa en la lavadora y otros quehaceres caseros.
Sabino toma una opción narrativa, la de 'me, myself and I', y reinventa una y otra vez su trayectoria vital, musical, académica, sexual, política, toxicológica y estética. A partir de los apuntes tomados desde los albores de los 80, detalla su biografía con abundantes reflexiones sobre lo que ve y lo que hace. Y siempre, apoyándose en las lecturas que ha devorado durante estos años.
A nuestro hombre le gustan los libros, eso queda claro. Pero que tantas lecturas le sienten bien -en el sentido de definir su voz narrativa- ya es cuestión de opiniones. La mía se resume en que una empanada de existencialismo le acompaña desde la juventud y se resiste a abandonarle.
Bajemos a la arena de lo prosaico. Sabino gusta de palabras como 'seráfica', admite que "la verdad, me excedo un poco con los adjetivos", y en un viaje a Brasil descubre, intrépido él, que "el portugués se parece bastante al gallego". Plomizas resultan sus disertaciones sobre la dicotomía Madrid-Barcelona, mientras que sus análisis de la industria musical y la parafernalia montada a su alrededor conforman lo más lúcido del lote. Además, si en 'Corre rocker' le daba fuerte y flojo a Loquillo, en este caso le menciona muy poco. ¿Tendrán en ello que ver los nuevos proyectos en los que colaboran?
Resulta curioso que uno de los mejores compositores españoles de rock, maestro en el verso ágil y la concreción, haya acabado como escritor algo espeso. Sí, no hay por qué quedarse toda la vida con 'yo para ser feliz quiero un camión', pero del blanco al negro se puede disfrutar de una inmensa gama de grises. Sabino empezó con Buddy Holly en el transistor y ha acabado con Albert Camus en el cerebro. Suerte, autor.
Tema del día: 'Las sombras del autocine'. LOQUILLO Y LOS TROGLODITAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario